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Brexit y República Dominicana ¿coincidencias o qué?

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MANUEL BERGES HIJOSanto Domingo

“Solo siendo dominicano, se siente lo que yo siento” ¿Debería el Reino Unido seguir siendo miembro de la Unión Europea? En un referendo, el pueblo británico debía decidir si permanece en la Unión Europea o sale de esa unión, de 43 largos años, desde 1973.

En el referendo del pasado día 23 de junio de 2016 ganó la opción de salir de la Unión, y a esa situación se le llamó BREXIT, que es una abreviatura de dos palabras en inglés, Britain (Gran Bretaña) y exit (salida), que significa la salida del Reino Unido, de la Unión Europea.

El nacimiento del término Brexit se retrotrae al año 2012, parecido al Grexit, utilizado para especular sobre la salida de Grecia de la Unión Europea, en los momentos más extremos de la aún mayor crisis económica en ese país.

Se comenta que los parlamentarios británicos podrían bloquear el Brexit, pero los analistas coinciden en que ir contra la voluntad popular sería un suicidio político.

David Cameron, Primer Ministro del Reino Unido, opinaba que su país debía permanecer en la Unión y perdió en el referendo; de inmediato presentó su renuncia con efectividad en octubre próximo, pues de que le sirve conducir a un país que no está en sintonía con su pensamiento.

Este referendo dejó claro que el pueblo británico, al votar por la salida de la Unión Europea, prefería la opción de controlar las fronteras para frenar el movimiento migratorio, y no preferir las consecuencias de la salida, referentes a la potencial pérdida de unos 500 millones de clientes y/o empresas compradoras en 27 países de Europa.

Los votantes por la salida de la UE, han escuchado a quienes han alertado sobre los significativos cambios ocurridos en la UE en las últimas décadas y cuya normativa ejerce cada vez más controles sobre la vida diaria de los británicos, el cual, aunque disfruta de un mercado único que promueve el libre movimiento de bienes y personas como si los Estados miembros fueran un solo país, no adoptó el euro y sigue teniendo su propia moneda, la libra esterlina.

Pensando siempre en su independencia y a no tener mayores controles, a principios de 2016 el primer ministro Cameron negoció nuevas condiciones “especiales” para su país en el eventual caso de que los británicos decidan permanecer en la UE, entre ellas: la seguridad de que el Reino Unido no será discriminado por no estar en la Eurozona; la salvaguarda de la City de Londres como centro financiero frente a las regulaciones europeas o límites a las ayudas públicas que pueden pedir los europeos recién llegados al país.

Los defensores de la opción de salida de la UE sostienen que la pertenencia a la Unión es un obstáculo para el desarrollo de Reino Unido, que pone en la caja común más de lo que recibe y que las regulaciones europeas, que consideran excesivas, perjudican a las empresas británicas; que el Reino Unido recupere el completo y total control de sus fronteras y que se reduzca el número de extranjeros que llegan al país en busca de trabajo; que la economía del país es lo suficientemente fuerte para negociar un acuerdo con la UE que les permita acceder al libre mercado sin tener que aceptar el libre movimiento migratorio de personas ni otras regulaciones; los partidarios de salir de la UE quieren un control total de las fronteras.

Algunos dicen que el matrimonio entre Londres y la Unión Europea “necesitaba terapia, no un divorcio”, pues tras el Brexit, la UE se convertiría en un socio comercial menos atractivo a nivel mundial y perdería poder internacional. Esta salida de Gran Bretaña de la Unión Europea demuestra que ellos tienen un nacionalismo a toda prueba, que lamentablemente no lo aceptan por estos lados, pues si por formar parte de la Unión Europea se deben someter las normativas que atentan contra su soberanía, han preferido tomar el riesgo de perder comercios o negocios de envergadura, antes que no tener control sobre su territorio.

Algo similar nos ocurre en RD, pero a la inversa: nos prestigian voces de alerta sobre la pérdida de soberanía por acciones avasalladoras de los poderosos de la tierra, que desean con apoyo gubernamental criollo la fusión de la isla con Haití, que no tengamos fronteras con ese país, que tengamos un comercio supuestamente abierto a 20 millones de personas potenciales compradores y que la isla sea única e indivisible; que todos los haitianos que digan que aquí nacieron, se les otorgue automáticamente la nacionalidad dominicana; que tengamos una solución dominicana a la crisis haitiana y así los poderosos no ayudan a los haitianos, le liberan de responsabilidad alguna y nos empujan esa marejada, para resolver sus numerosos y costosos problemas.

Auguramos que, eventualmente, esas voces nacionalistas y patrióticas sean escuchadas para beneficio de la nación dominicana; que nuestra soberanía y condición de país libre sea respetada y que el pueblo advierta quienes le quieren y quienes le traicionan.

Decía el filósofo griego Democrates: “Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos sirven de burla”.

¡Dominicanos, hoy se necesita sangre tipo Duarte”.

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