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PUNTO DE MIRA

Académicos y el habla dominicana

La Academia Dominicana de Lengua certifica que colocó apropiadamente las grafías con las que se comunica el criollo. Me entregaron un reconocimiento en donde consta. Esto me llena de orgullo. El alto tribunal de las letras me dio un descargo para dejar las comillas exiliadas cuando diga ponchera y no jofaina.

Este título no es un pellizco de ñoco. No me hicieron un cuento chino los académicos. Me entregaron mi reconocimiento. Para evitar que me hicieran una mármara me senté al lado de Bruno Rosario Candelier, el Director de la Academia (iba a decir que allí es el chivo que más mea, pero decliné usar este dominicanismo de jefe, porque desentona). En el local de la Academia, edificio que en el siglo XVIII fue residencia de Lilís, se desarrolló el acto, muy sobrio y formal, y en un ambiente íntimo. La noche del 14 de junio, amigos y familiares de los escribidores galardonados también nos tributaron. Como soy rubicundo pude ocultar el sonrojo. Los periodistas no estamos acostumbrados a que ponderen positivamente nuestro hacer. Me encantó que se entendiera lo arduo de escribir a diario.

Gracias a la academia por el reconocimiento y juntadera oportuna. Orlando Gil, César Medina, Aristófanes Urbáez y Pablo Mckinney somos básigas en el Listín Diario, pero nos comportamos como vecinos modernos: nunca nos vemos. Los otros agasajados, Fabio R. Herrera-Miniño y Gina López Núñez viven en el periódico Hoy.

Esa noche pudimos encarnar las páginas del libro en que nos había colocado la Academia Dominicana de la Lengua al publicar recientemente el Diccionario fraseológico del español dominicano, de la autoría de Bruno Rosario Candelier, Irene Pérez Guerra y Roberto Guzmán.

Los autores rescataron la fraseología usadas por nosotros. Explicaron los significados de las voces empleadas en los periódicos. Le dieron una mano de pintura universal.

El doctor Rosario Candelier dijo que “en esta obra, como se puede inferir de su título, presentamos, definimos y documentamos un caudal de expresiones fraseológicas dominicanas en frases, locuciones, adagios y giros idiomáticos”.

La obra compila el habla del dominicano. Es ya una fuente. Sin darnos cuenta al hablar con los extranjeros estos quedan en babia, comiendo bolitas. Se les va la guagua. Porque nosotros para cualquier vaina decimos que esa vaina es una vaina y entonces hay que explicarles que una vaina es todo y algo más.

El extranjero está fuñío. Nosotros ripiamos el idioma, pero suena chulo.

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