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EL BULEVAR DE LA VIDA

Partidocracia

“... y el viento del verano marchitó. Una locura”. JLP

UNA VERGÜENZA. No son la “aristocracia del barrio” del Serrat, son la “partidocracia” reinante de un país que mientras crece en su PIB como pocos, se arrabaliza como nadie, y el transitar de autos sin placas por nuestras calles, y un colmadón asesinando envejecientes con su bulla impune, no me dejan mentir. Son terribles los señores de nuestra partidocracia, negados a someterse a cualquier regulación del mismo Estado que con nuestros impuestos les mantiene. En el Congreso Nacional, seis años no fueron suficientes para adaptar las leyes (incluida la Ley Electoral) a la Constitución actual, y aprobar una verdadera ley de partidos, un nuevo régimen electoral. Tan terribles son los muy señores, que afectan la escasa institucionalidad del país para salvar sus querellas internas, sus oráculos deciden candidaturas y hasta modifican la Constitución en 19 días, (pero sin nuestras 500 noches, ay), sólo para poder llevar como candidato presidencial al más popular de los suyos. Pues, claro que hablo del PLD, muertecito de tantos éxitos, sí, pero también hablo del PRM y sus venerables candidatos congresuales algunos de ellos con menos credibilidad que un vendedor de autos usados, y más desacreditados que el portero de un puticlub, y hablo de malacrianzas y niñerías, de torpezas; un partido hoy líder de oposición que antes de nacer ya nos presentó sus credenciales y nos recuerda a Guatemala; del PRD hablo, que languidece en porcentajes, y del PRSC que aún no se muere porque respira, como cree el maco “que e peje porque nada”. No son “La Locura” de Perales, que es una locura cruel pero tierna, sino la vergüenza del país, los anti-midas de la institucionalidad nacional. Y sin embargo, que difícil “argumentar contra el éxito”.

“Y SIN EMBARGO” A pasito lento, el país avanza, va mejorando materialmente en áreas y sectores, menos en lo que tiene que ver con su clase política, su partidocracia o sea, el club de partidos que comparten el poder en el Palacio Nacional, el Congreso o las alcaldías. Todo avanza en el país, incluida la gran casa de los príncipes del capital, porque ya el Consejo Nacional de la Empresa Privada, el CONEP, no es aquel Consejo Nacional de Hombres de Empresa, (con lo buenas administradoras que son las mujeres) que, agradecido, acompañaba al Dr. Balaguer en sus “hazañas”; que han avanzado los señores del CONEP, en donde las corporaciones dominantes se pasan la antorcha cada dos años sin ilegitimar a la JCE ni insultar a Roberto Rosario; y tienen “think tank”, intelectuales e investigadores, y hasta unas asesoras, ay, que si no convencen con argumentos les queda el arma invencible de su miradaÖ (según me cuentan). Pero han avanzado. Por su parte, la educación tiene una Jornada Escolar de Tanda Extendida que fue utopía hasta hace apenas 5 años, y hay estancias infantiles soñadas desde 2002; en el Poder Judicial ya no se redactan las sentencias en cinco bufetes de “honorables” y “notables” ciudadanos, ni guarda la Fiscalía del Distrito el mismo revólver para acusar de “ilegal porte de armas” a los izquierdistas de hace 40 años. PROMESE-CAL y sus medicamentos “baratísimoscasigratis” son una bendición de San Martín de Porres que era mulato, como lo es el aumento en el número de afiliados a la estatal SENASA. Que avanzamos, oiga Usted, y estos pobres nuestros no son ya los mismos pobres de hace 30 años. Queda mucho por hacer, es cierto, pero hemos avanzado. Nunca como hoy mismo han sido nuestros pobres materialmente menos pobres, y el libro “El Gran Cambio”, de mi dilecto don Frank Moya Pons, resume estos avances, unos avances que tienen una vergonzosa excepción: La Partidocracia y sus señores.

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