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EL BULEVAR DE LA VIDA

Un país desnudo y con sombrilla

“AY, PAÍS, PAÍS, PAÍS” Ahí está, “desnuda y con sombrilla” (S.R.) la sociedad dominicana, exhibiendo sus vergüenzas una vez más. ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿En qué momento decidimos que no valía la pena aspirar a ser un país civilizado? Estamos en la pendiente, y dicen los pesimistas (optimistas bien informados) que aún no hemos tocado el fondo. En los barrios, ciudades y pueblos, los caciques -ahora peledeístas como alguna vez fueron reformistas o perredeístas- le pasan por encima y desautorizan a las agencias estatales, Medio Ambiente o Interior y Policía, por decir. Y perdida ya la autoridad, -como cuando se rompe una tasa de porcelana- nada queda por hacer. Por ejemplo, ¿qué autoridad tiene hoy ante el ciudadano la AMET, un inspector de Medio Ambiente o un agente de la Policía Nacional, si los caciques políticos les desautorizan en calles, ríos, montañas, áreas protegidas, puntos de droga o colmadones bullosos que matan de infarto a los envejecientes, a la “aristocracia del barrio”, y una M que no es de martes, joder. (La arrabalización social e institucional que arrasa al país desde hace décadas, se aceleró con el caos 2000-2004, y desde entonces nadie ha sido capaz de frenarla porque es un rayo, y no de luz, ay, sino de anarquía que no cesa).

LAS ELECCIONES Y LOS DELEGADOS Es en este escenario de infierno institucional y orfandad ciudadana, donde se acaba de celebrar unas elecciones generales. Y no podía ocurrir diferente: Una sociedad enferma no puede celebrar unas elecciones saludables, por más empeño que ponga la JCE, vadeando sus enemigos internos o externos, por más conteo manual o electrónico, por más ábacos medievales o escáneres digitales. Esto es lo que somos, amor, lo que del habitante de esta media isla y sus instituciones entre todos hemos hecho. Hablo de una ciudadanía que, descreída y sin fe, ejerce su constitucional derecho a votar por quien le beneficie momentánea y personalmente y poco más, y en ese aspecto El Soberano es y debe ser intocable. Y vuelvo a citar aquí el vino martiano. No es casual que las mayores irregularidades del proceso electoral hayan girado en torno a delegados políticos que traicionaron a sus partidos (y esto incluye al PLD), o alrededor de los miembros de mesas electorales, elegidos con el visto bueno de TODOS los partidos, quienes “negociaron” con caciques y lobistas para desaparecer actas, entre otras fullerías. Si esto fuera poco, a la hora en que esto escribo, los supuestos afectados protestan fundamentalmente en los medios y las redes, en barricadas barriales, y hasta amenazan con suicidarse, pero no se han ocupado de seguir el procedimiento de impugnación que muy claramente indica la Ley Electoral en su artículo 152, y sin el cual es imposible que prospere ningún reclamo. Si las irregularidades están ahí, ahora se trata de demostrar ante la instancia correspondiente, que ellas pueden cambiar el resultado final.

MARÍA LUISA LANDÍN Y SU CANCIÓN Hay víctimas en los dos bandos, -mucho menos en el bando peledeísta por un asunto de saliva y hojaldres-, sólo que las reacciones ante la derrota han sido diferentes. En el D.N., Roberto Salcedo sabe que las argucias político-empresariales que le afectaron no alteran los resultados finales de las elecciones, o sea, que perdió; y como digno perdedor admitió en horas su derrota y felicitó al vencedor; en cambio, quienes perdieron frente a Danilo Medina, 62% a 34; 62% a 1.88%, a 0.34%, o incluso 65% a 0.11%, (quizás “porque lo malo de la muerte es morirse”), a la fecha no han sido capaces de admitir su derrota.

LA MARÍA MAGDALENA Y SU PERDÓN Contra Trujillo o Balaguer “vivíamos mejor”, porque asesinados en las calles, torturados en las cárceles o exiliados de la patria, una riqueza nos acompañaba: La esperanza, la utopía que aún no se había echado al monte, y la certeza de que el futuro llegaría tarde o temprano. ¡Aún lo esperamos! Y es que llegado la hora de los hornos y el poder, desde 1978 hasta ayer, ni aquellos eran tan culpables ni nosotros somos tan inocentes.

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