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ORLANDO DICE

Los números son los números

ENCONO Y DETRACCIÓN.- Días difíciles para escribir, pues al encono sigue la detracción. Las palomas se acostaron temprano y dejaron las ramas libres a las cotorras. La situación es más de riesgo que de verdad. No me convence que pudiera hacerse un fraude colosal a candidatos con tan baja puntuación: Soraya Aquino, 0.11 %; Pelegrín Castillo, 0.36 %; Hatuey Decamps, 0.17 %; Elías Wessin, 0.44 %; Minou Tavárez, 0.35 %; Guillermo Moreno, 1.83 % ; y ni siquiera a Luis Abinader, 34.99 %. Sin embargo, ellos se reúnen, comparecen ante la prensa y hacen reclamo de conjunto, como si todos hubieran sido burlados por igual. La Junta Central Electoral va dando un ganador, cuando lo justo, a su modo de ver, debieran ser siete. Incluso, resulta curioso que se junten ahora en la derrota y no antes en la lucha. Cada cual se batió por su lado y el resultado no difiere de lo que registraban las encuestas o lo que era la percepción general. Las fallas fueron las fallas, y nadie puede negarlas. El no funcionamiento de los aparatos, el pobre desempeño del personal de las mesas, la prisa en el conteo, etcétera, etcétera. Ahora, los números igualmente son los números, y los que se conocen al momento no desdicen lo que todo el mundo daba por seguro...

EL CORAZÓN HONRADO.- No puede ser serio un candidato que alegue triunfo cuando por su propio conteo y el ajeno sabe que fue derrotado. Juan Bosch decía en su tiempo que “un corazón honrado no engaña a su amo”, y ese concepto vale para todo, incluso la situación de cualquier candidato. Si Yogui Berra estuviera vivo y anduviera por estas tierras, el problema no fuera complicado. Él lo hubiera resuelto de manera amena con una de sus expresiones singulares. Por ejemplo: los que perdieron, perdieron, porque no ganaron. ¿Qué va a pasar realmente? Entiendo a los perdedores, y todo el mundo puede entenderlos. Crearon unas expectativas que fueron más allá de sus posibilidades. Levantaron castillos de arena y el viento dispuso de ellos. Ahora, ¿por eso hay que anular las elecciones y empezar la guerra civil? Está bien que salven la cara y culpen a otros del ridículo que hicieron, con puntuaciones risibles y que descalifican sus egos...

CRISPACIÓN NO.- Aunque eso no significa que tengan derecho a crear crispación en el país, a desconocer el proceso en su conjunto y plantearse el hundimiento de la República. Se escuchan voces que provocan asombro, pues no se les conocía tanta hombría personal y suficiencia militar, y de las cuales se teme que si se diera el caso de lucha, no sabrían como sujetar un corta pluma, o que habría que buscarlos debajo de la cama o dentro de un closet. Y sin embargo, y entretanto, soliviantan el ánimo público con fines que ni ellos suponen, pero que otros sospechan. Hace mucho que recelo de la calle, pues las convocatorias dejan mucho que desear. Si las cadenas humanas frente al OISOE fueron pobres, las de la Junta Central Electoral fueron más que precarias. ¿Dónde está la gente que antes se movilizaba, y lo hacía con motivo y razón? ¿Por qué ahora no? Esos chines deben llevar a pensar que la gente se enfada, se indigna, pero no tanto para irse a las calles, o para cavar trincheras y morirse por causas que no convencieron ni siquiera para votar por ellas. Dicen que una cosa es llamar al diablo y otra verlo llegar...

BOSCH Y LA LUCHA.- La historia da vueltas a veces tan cercanas que no pasa de la esquina. Juan Bosch en 1990 quería lucha, pues entendía que no había de otra ante el desconocimiento de su triunfo por parte de Joaquín Balaguer. Y sin embargo, su propia gente se le rió en la cara. Claro, que sin que lo advirtiera. Los peledeístas se tapaban la boca o miraban hacia otro lado, y decían por lo bajo y en coro: ¡Que luche, que luche, que luche Jack Veneno! Ahora ni Relámpago Hernández. El PRD se acostumbró a perder, y el PRM debe aprender un arte que por lo visto no es tan difícil. Quien no hace la tarea, no puede pasar de curso. Quien divide sus fuerzas, o juega al albur, sabiendo que es incierto, tiene un solo destino: la derrota. Si Luis Abinader no se da cuenta de algo tan elemental, cosechará nuevos reveses. Si no pudo unificar los grupos o candidatos de oposición en plena lucha, cuando era posible modificar la correlación de fuerzas, menos ahora. Él no es telépata, pero si leyera la mente sabría que sus compañeros de mesa piensan en las ventajas que pudieran sacar para el 2020...

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