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Evitemos los días del “Juntazo”

El titular de la primera de Listín Diario del pasado miércoles adquirió carácter de lo pertinaz, urgente y necesario: “Núñez Collado reclama dejen trabajar a la JCE”.

La voz más alta y acreditada en resolución de conflictos abandonó su retiro y aportó sus bríos reservados para reclamar cordura en medio de otro conflicto secular propiciado por nuestra oposición.

Ante los sufragios, el país ha vivido una traumática cultura de pataleo. Ha configurado actores de cuestionable ética de la responsabilidad, incapaces de reconocer la derrota a que la llevan sus actos.

Durante los “Doce años”, se acusó de fraudulentos los triunfos del Dr. Joaquín Balaguer, quien luego no reconoció su derrota en el 1978. Tuvo que hacerlo en el 1982, ante Jorge Blanco. Adversado por sus compañeros, en 1986 Jacobo Majluta se reconoció derrotado por Balaguer, quizás para sembrar una alianza tendente a fuñir a Jorge Blanco. Peña Gómez reconoció el triunfo de Leonel Fernández en 1996, lo que Leonel Fernández respondió caballerosamente reconociendo su derrota en el dos mil. Le siguió Hipólito Mejía, reconociendo óno había de otraó, su abrumadora derrota en el 2004...

De entonces a hoy la cosa ha estado ditirámbica: la oposición regresó a la cultura del pataleo ante sus sucesivas derrotas, aduciendo infundados fraudes. Sobre cada victoria del PLD desde el 2004, ha pretendido echar “una bola de jabón” o un huevo podrido al éxito de su adversario.

Hoy, la JCE está bajo un penoso ataque, salido de esa cultura profesional ya en apostar al atraso; propiciada por unas “candidaturas” que pasaron tres años y medio durmiendo para pretender hacer en tres meses lo que a la candidatura oficial costó casi un cuatrienio de abnegación y trabajo.

Apuesta a pescar en río revuelto cuando las firmas encuestadoras más acreditadas continúan reportando una tendencia creciente en la ya altísima preferencia a favor del Presidente Medina.

En esta coyuntura que le anticipa una derrota avasalladora tan previsible, la oposición optó por lo más desacertado: desprestigiar el proceso electoral, tensionando al órgano responsable, la Junta Central Electoral (JCE), empujando contra el desarrollo institucional del país, tarea a la que se han sumado misiones diplomáticas.

Con tal aventura la oposición comete un error más y aún más grave: se aísla e invalida ante los ojos de una sociedad híper conectada e informada, que participa cada vez más de unos servicios de educación según los cuales la resistencia al cambio es conducta obstructiva del avance.

Ese discurso de resistencia al cambio dado en el recelo ante el conteo electrónico del voto, la distancia de los electores jóvenes, de las clases medias-medias y medias bajas. También de los segmentos bajos que aspiran a promoverse socialmente mediante el posicionamiento que les da su educación. Según su experiencia, la tecnología es cotidiana y fiable.

Con el discurso anti electrónico se pretende justificar la derrota venidera ante los seguidores incautos, tensionar a la JCE para que bajo presión yerre y, finalmente, mantener un tema conflictual ante el gobierno más allá del 15 de mayo, tendente a reproducir una caricatura del Juntazo de Balaguer de 1978. La historia, para Marx, se repite una vez como tragedia y otra vez como comedia.

Según atestigua el Lic. Eddy de Jesús Olivares Ortega, en su carta al Presidente de la JCE Roberto Rosario, de fecha 25 de abril próximo pasado, todos los partidos políticos acreditados ante el organismo comicial (JCE) “apoyaron, de entrada, la propuesta formulada por nuestra institución para la automatización del escrutinio”.

Si antes de aprobar la Resolución 0064/2016, el 17 de abril pasado, la oposición propuso, mediante “comunicación de fecha 13 de abril del 2016”, tres días antes, “el conteo electrónico y manual del cien (100%) por ciento de los colegios electorales”, es de suponer que llevó esa posición al pleno y la misma fue derrotada.

El mínimo olfato político permitía advertir que tras esa propuesta podía camuflarse el propósito ya denunciado en este diario por César Medina de echar una pasta de jabón al sancocho del proceso comicial.

La búsqueda de consenso como única forma de legitimar las decisiones del pleno de la JCE ante la Ley orgánica institucional planteada por el Lic. Eddy de Jesús Olivares Ortega funciona en este escenario como propuesta transaccional con miras a violentar la voluntad popular para favorecer a una oposición que no quiere salir tan abrumadoramente derrotada.

Hace un flaco servicio a la JCE el Lic. Olivares Ortega al afirmar que cuando votaron a favor del escrutinio electrónico, los partidos políticos “favorecieron el concepto, no el procedimiento” ya que allí no se votaban “conceptos” sino procedimientos.

Más flaco aún cuando afirma “que no existe aún ningún sistema informático que pueda reputarse como infalible e invulnerable” ya que tampoco hay acto humano, incluyendo los del Lic. Eddy Olivares Ortega, que puedan reputarse de infalibles e invulnerables. Está comprobado, sin embargo, que en cualquier forma posible, los sistemas informáticos son más fiables que los actos humanos. Una máquina de contar votos trabaja y transmite más rápido y yerra menos que una persona. Olivares Ortega debiera digitar sus oficios en una Remington.

El Presidente de la JCE ha hecho un gran aporte saneando el registro de electores y modernizando la JCE para servir identidades ciertas, rápidas y económicas a la ciudadanía y al Estado.

Ahora está en un dilema ante el que esperamos no ceda a las presiones ni a la oposición, aun implique volver al conteo manual, momentáneamente.

Esperamos que no se propicie que, sin votos suficientes, la oposición haga retroceder nuestra democracia o la institucionalidad de la JCE a los días del Juntazo.

El trabajo del Presidente de la JCE está hecho y a la vista. Ha hecho todo lo que está a su alcance para modernizar el escrutinio del sufragio. Recaerá sobre la oposición la responsabilidad de retrasarlo.

La JCE debe permitir que a la oposición le cuenten su derrota como ella desee que le sea contada: manual o electrónicamente.

Ante el riesgo de presionar para negociar, llamo a la sociedad a no tolerar transacciones con la voluntad popular. A no permitir que podamos regresar a los días del “Juntazo”.

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