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PENSANDO...

Prosperidad y adversidad

En estos días he visto partir a mucha gente de mis afectos y meditando acerca de sus productivas vidas, quiero hoy reflexionar de lo importante que es entender que la prosperidad y la adversidad van de la mano. Debemos entender que soportar la adversidad es difícil, pero tener templanza en la prosperidad es la mejor respuesta que nos da la sabiduría.

El bien y el mal son pruebas que nos hacen conocer nuestra constancia para seguir adelante y orientar nuestro espíritu hacia el camino de la fortaleza. Identificar la prosperidad comienza con darnos cuenta que nos sentimos muy seguros al ser amados por todos y, en la mayoría de los casos, no vemos el peligro de ser engañados por nuestra excesiva confianza. Y es que el alma nos puede aconsejar en la desgracia, pero la prosperidad nos ciega ante la realidad. En nuestro paso por la vida no podemos permitir que la adversidad nos arranque las alas de la esperanza. Seamos prudentes para que no nos toque la parte oscura de la prosperidad. Hoy día, a nuestra juventud se le vende la prosperidad por la cantidad de bienes materiales que puedan acumular, de ahí la distancia que observamos entre unos y otros que no encuentran en el amor la solidaridad y la sinceridad el camino seguro para alcanzar la estabilidad que no se compra en los mercados cibernéticos, sino en el intercambio de valores que solo se cotizan a través de una trayectoria de crecimiento ético.

La enfermedad como adversidad del cuerpo afecta al espíritu porque ambas van de la mano en nuestras vidas. El cuerpo fue creado para servir al alma, por consiguiente, cuando afectas tu alma con las insatisfacciones materiales, colocas tu cuerpo por encima de ella. Cuando vemos partir a seres que hemos querido, apreciamos lo inagotable de un recuerdo que solo se mide por la prosperidad de sus buenas acciones y la fortaleza frente a sus adversidades.

En definitiva, la prosperidad no es solo un estado material de progreso, sino también la estabilidad espiritual que ella nos proporciona apegados a las buenas costumbres, obteniendo los beneficios en base a nuestro talento, sustentado en la transparencia que exige actuar con honestidad. De la misma forma, afrontemos las adversidades con fe en nuestros principios.

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