Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

FE UY ACONTECER

“¿Simón, me amas?... Apacienta mis ovejas”

Avatar del Listín Diario
Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

A) Del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 27b-32, 40b-41.

El Libro de los Hechos, presenta a los Apóstoles encarcelados por predicar el Evangelio, quienes providencialmente son liberados por un ángel que les abre las puertas de la prisión y les encarga ir al templo a “anunciar al pueblo este nuevo modo de vida”.

Fueron reapresados y conducidos ante el Gran Consejo para ser juzgados. El jefe de los saduceos los acusa de haber llenado Jerusalén de la doctrina de ese “nombre”, impronunciable. Pedro toma la palabra en nombre de todos los apóstoles para reafirmar la libertad de predicación y su respuesta es siempre la misma: -proclama en nombre de sus compañeros la muerte y resurrección de Jesucristo e invita al arrepentimiento.

Ante este juicio capital, de acuerdo con las ordenanzas legales contenidas en el libro del Deuteronomio (17, 7), comparecen dos testigos: Pedro con los apóstoles y el Espíritu Santo, un testigo de excepción, invisible en su realidad más íntima pero visible y palpable en la firmeza y libertad de expresión de Pedro.

Ambos dan un testimonio válido para todos los tiempos de la economía salvífica de Dios, abierta a todos los hombres, y de la fidelidad de Dios a sus viejas promesas.

Los apóstoles fueron puestos en libertad, después de hacerlos azotar, como amonestación seria, y haberles prohibido hablar de aquel “nombre”. En lugar de acobardarse, los ultrajes, las dificultades y la persecución, sufridos por el nombre de Jesús, les dieron nuevos ánimos para seguir predicando que Jesús es el Mesías. La Buena Nueva se extiende a pesar de los obstáculos humanos.

b) Del libro del Apocalipsis 5, 11-14.

La visión del Cordero degollado. En la mano de Dios está un libro cerrado con siete sellos. Nadie es capaz de abrir el libro. Juan llora y con él la comunidad cristiana al considerar que Dios ya no controla la historia. Alguien dice: “No llores. Mira, ha vencido el León de la Tribu de Judá, el Brote de David; el abrirá el libro de los siete sellos”. Juan mira, pero solo ve un Cordero degollado que está de pie. Es Jesús, el Resucitado, que entra al cielo llevando en su cuerpo las señales de la pasión. Jesús recibe el libro de la mano de Dios y se convierte así en el Señor de la historia. Es él quien va a asumir el control de los acontecimientos y ejecutar el plan de Dios.

En el pasado, la sangre del cordero liberó al pueblo de Egipto e hizo de él un “reino de sacerdotes”. Ahora es la sangre de Jesús, el nuevo Cordero, la que está liberando al pueblo, haciendo de él un “reino de sacerdotes”. La liberación ya está en camino. ¡El éxodo ya comenzó! Resucitando de la muerte, Jesús recibió todo el poder y asumió el liderazgo.

Juan retoma la letra de muchos himnos y aclamaciones, para animar al pueblo perseguido a cantar el mismo canto de victoria y de alegría. Es una gran celebración. Va sugiriendo que el éxodo, la liberación, no es un hecho del pasado o algo que se queda en sentida nostalgia. Sino que es una realidad presente, vivida por el pueblo.

El Apocalipsis quita el velo de los acontecimientos y el pueblo percibe en estos los trazos del rostro de Dios.

c) Del Evangelio de San Juan 21, 1-19.

La perícopa del evangelio nos refiere, según Juan, la tercera aparición de Jesús resucitado. En esta aparición de Jesús a orillas del lago, se verifican todas las constantes de las apariciones pascuales: La iniciativa es de Jesús, que no es reconocido en un primer momento, sino por una palabra o gesto suyo y mediante un proceso gradual de fe, iniciado por Juan que lo comunica a Pedro.

Cuando los discípulos han descargado la red, Jesús los invita a comer del pan y del pescado que Él les ha preparado sobre las ascuas. La redacción textual dice: “Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado” (v.13), repite el ritual de la multiplicación de los panes y los peces que a su vez es el mismo que el de la Última Cena y el de Emaús.

En la conversación con Pedro, observamos que Jesús le hace una triple pregunta: “Simón, me amas?” y en la correspondiente respuesta del apóstol con su triple respuesta: “Sí, Señor, Tú sabes que yo te quiero”, hay por parte de Jesús una rehabilitación de Pedro en su condición de discípulo después de las tres negaciones en la noche de la Pasión y a cada respuesta de Pedro Jesús añade: “Apacienta mis ovejas”. Es su triple investidura pastoral que consuma la rehabilitación en el puesto de confianza.

Este examen de Jesús a Pedro sobre el amor es indispensable porque su tarea como guía de las ovejas del Buen Pastor habrá de ejercerse sobre la base del amor al rebaño. La muerte de Pedro, crucificado en Roma bajo Nerón, vaticinada en enigma: “Cuando seas viejo extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará donde no quieras”, será la prueba definitiva de la sinceridad de su triple profesión de amor a Jesús y de fidelidad a la misión recibida. (Cfr. B. Caballero, En las Fuentes de la Palabra).

Tags relacionados