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EL CORRER DE LOS DÍAS

Guillermo Piña, nuevamente los doce

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

Corría la década del año setenta cando recibí la llamada de un joven estudiante de literatura cuyo nombre conocía apenas. Me dijo llamarse Guillermo Piña Conteras, y que su interés era entrevistarme para un futuro libro sobre escritores dominicanos. Un poco perplejo, pero siempre dispuesta colaborar con los jóvenes concertamos una cita en mi residencia. El joven Piña era delgado, tenía una barba rala, contradicha hoy por la que exhibe, oscura y más gruesa, y traía un amenazante portafolio y una grabadora pequeña para la época.

No tenía título aun para el cumulo de sus biografías, entre las que ya había logrado algunas como las de Domingo Moreno Jimenes, Franklin Mieses Brugos y Manuel Rueda. Me afi rmo haber conversado con el poeta Freddy Gatón Arce, gran colaborador de los grupos literarios de aquellos años, y director del Diario El Nacional, donde cabíamos los jóvenes y los viejos.

Me olvide e la inteligente entrevista de Piña Contreras, pues no sé por qué razones pensaba que muchas de estas entrevistas no eran otra cosa que encargos de profesores que necesitaban completar un poco la información sobre temas específi cos, capaces de enriquecer los que luego brindarían a sus alumnos. Sin embargo me quedaba la buena impresión de un estudiante que me parecía saber lo que tenía entre manos.

Cuando apareció el libro lo revisé con entusiasmo, no era un texto de muy fácil manejo por las diferencias de los entrevistados; diferencias en edad, en conocimientos, en general, en cultura. Las entrevistas llegan a ser doce, pero los entrevistados hablaban de su vida cultural tocando temas que otros podrían también haber tocado, y por ello, la riqueza del libro.

Piña Contreras nos sorprendió con su sagacidad y conocimiento de lo que cada entrevista contenía a los que integramos y fuimos parte del libro. Supe que tenía solo 21 años, y al leer su Proemio y luego su estudio de la literatura hasta la culminación del libro, percibí no solo al historiador de la literatura, sino al crítico que se ocultaba en la pluma certera del autor. Es notoria, en el libro del crítico “Doce en la literatura dominicana”, la organización del mismo en el que el autor demuestra la unidad literaria de lo dominicano, lo mismo que una secuencia marcada hábilmente por la época y el estudio que se organiza para un mejor conocimiento del libro, en el que para confi rmar la importancia de cada autor y cuanto se pueda decir de la entrevista, se usan los textos que el autor cree entre los antologables para justifi car el estudio previo, son modelos selectos de la obra de cada escritora.

En un prólogo revelador de sus conocimientos sin censuras, el poeta, periodista y narrador Freddy Gatón Arce, uno de los poetas axiales del Movimiento de la Pesia Sorprenda, y quizás el padre de la poesía automática en nuestro país señala que el libro que se publica más de cuarenta años después de su primera edcion… “es un libro singular en la creciente bibliografía dominicana”, “…no recuerdo que antes se imprimiera otro de idéntica clase y con semejante linaje informativo y conceptual dedicado a las provincia de las letras criollas. Luego se observa el esmero en el empleo del idioma en comparación con el utilizado en las entrevistas que habitualmente aparecen en las publicitaciones periódicas del país”.

Aunque Piña Contreras dijera en su liminar que nunca pensó en un libro, ya cuando me entrevisto me dijo que pensaba en organizar esas entrevistas, algunas publicadas en la Revista ¡Ahora!.

Guillermo Piña fue siempre periodista y nunca ha dejado de serlo, y baste recordar sus artículos en otras publicaciones dominicanas de temática varia.

Al releer los 12, los llamaremos así para sintetizar, voy solo a citar apellidos, porque ustedes los identifi caran de inmediato. Moreno Jimenes, Bosch, Mir, Inchaùstegui Cabral, Suro, Mieses Burgos, Rueda, Vicioso, Francisco, Veloz, Alfonsea, Sánchez.

La lista habla de una cronología, y al hacerlo, de etapas de la vida literaria y experiencia de los entrevistados, o sea de opiniones de cada ámbito diferente según sea la biografía literaria del entrevistado. Es por ello que Gatón Arce, observando el juego cronológico del autor señala como una obra particular la misma.

Guillermo Piña fue siempre periodista y nunca ha dejado de serlo, y baste recordar sus artículos en otras publicaciones dominicanas de temática varia.

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