¿Realidad o percepción?

Este artículo no comenta la orden palaciega que impone un acto politiquero en el Palacio de los deportes y suspende la apertura del baloncesto.

Esta Pancarta no relata el último robo de armas al “misterio” público. Ni otros escándalos delictivos protagonizados por oficiales.

Un coronel y varios soldados con fusiles penetraron violentamente a un hotel, irrespetando a Cuba y su Delegación en la Serie del Caribe.

Sería imposible citar la retahíla de asaltos incluyendo el asesinato del turista alemán; el asalto a Sonia Hurtado de Morales, directora de la Cruz Roja en Puerto Plata; y a Socorro Castellanos. Son hechos que colman el ambiente delincuencial que un ministro llama “percepción”.

Los médicos, enfermeras, bioanalistas, farmacéuticos, psicólogos, odontólogos y personal administrativo de los hospitales públicos decretaron un paro y siguen firmes en demandar el 5% del PIB para la salud.

Pero el Gobierno se burla de los profesionales con titulares mediáticos provocadores que radicalizan el paro.

Una enfermera precisa: todos los gremios de la salud están de huelga. Las enfermeras tienen un salario de miseria, y sus demandas las echaron al zafacón.

Los doctores Ariel Suero y Miguelina Pérez denunciaron el deterioro de la Maternidad. Las aguas negras y mal olor de residuos putrefactos que inundan la cocina fueron criticados por el personal del centro.

Tras rechazar el diálogo con el Colegio Médico, el Palacio Nacional pretende decir que “es una percepción” la crisis en el sistema de salud, mientras oculta la transferencia millonaria de fondos presupuestales de la salud para la campaña reeleccionista, dinero pasado a la OISOE, entidad que provocó la inmolación del Arq. David Rodríguez, víctima de la corrupción morada.

Mientras es irresponsable ante el sector salud, el Palacio Nacional dispara cortinas mediáticas de pánico para distraer y sacar los reclamos gremiales de los medios y la opinión pública.

No son los gremios. Es la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la que fija la necesidad de un 8% del PIB para mejorar la salud en este país, cuyo panorama deprime y provoca indignación en casi un 50% de los centros hospitalarios. También sepultan el crimen de lesa humanidad que significan los destapes de corrupción en varias construcciones hospitalarias.