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El “poder” simbólico de Chávez

La historia del hombre en la tierra nos registra conflictos cuando se trata de remover símbolos que representan sus divinidades, héroes, guías espirituales, etc. Uno de los más interesantes casos del que tenemos conocimiento ocurrió durante el siglo IV en Roma por el destino de una estatua pagana la Estatua de la Victoria en el Senado romano. Esta ofendía a los senadores cristianos que ganaban espacio en el imperio no sin generar oposición y violencia llegando el caso hasta la destrucción de la Biblioteca de Alejandría.

Constancio II el hijo de Constantino, la sacó del Senado; Juliano el apóstata (anti Papa) la volvió a colocar; Graciano la sacó con el apoyo de San Ambrosio y el Papa Dámaso; en el 384 (d. de C.), Valentiniano II la metió de nuevo y San Ambrosio la sacó de nuevo provocando casi una rebelión, y Eugenio la lleva de nuevo al Senado, finalmente en el 394, con Teodosio el Senado Católico triunfa y la estatua es desterrada del Senado para siempre. Este hecho marcó la victoria definitiva del cristianismo sobre el paganismo. Como podemos apreciar trae conflictos serios remover un símbolo, pero a la larga se impone la razón.

Todas terminan removidos o destruidos por los mismos que fueron sus cultores y admiradores. También hay casos en los que no interviene la ira popular, como es el del fraile Junípero Serra, padre fundador de California. Una esfigie de él que hay en la Sala de las Estatuas del Congreso de los Estados Unidos en Washington desde los años treinta, pretenden removerla y para ello el Senado de California en Sacramento estudia una propuesta para retirar la escultura del fraile y sustituirla por una de la astronauta Sally Ride.

Recientemente, en la Venezuela que elevó a la categoría de mesianismo mítico la persona de Hugo Chávez, se ha dado origen a una crisis política por la decisión tomada por el presidente de la Asamblea Legislativa, Henry Ramos Allup, de retirar una fotografía gigante del líder fallecido. Esto ha disgustado a los dirigentes chavistas del Gobierno obligando a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) a rechazar con una proclama donde expresan “profunda indignación” por el “ultraje” la retirada de la polémica foto. Aunque hay que admitir que el culto a las personas por vía de los símbolos tradicionales: como las estatuas, pinturas, bustos, monedas, joyas, pieles y conchas de animales labrados y trabajados hasta en el arte rupestre es sencillamente la creencia de sentirse predestinados por Dios para alcanzar la categoría de mesías. Las estatuas monolíticas de la isla de Pascua, escultura ecuestre de Marco Aurelio, Pizarro, Alejandro Magno; de dioses mitológicos como Zeus en Olimpia, en fin, lo antiguo. Uno podría pensar que en la etapa actual no es posible esos gestos de autocomplacencia a su ego, pero ¡vaya sorpresa!: una efigie a Mao, en Henán, China de 36.6 metros de alto y decenas de toneladas de peso; Stalin, Lenin, Putin, los Ung, de Korea; los castro en Cuba, Chávez en Venezuela, todos están representados en la albura del mármol o el bronce imperecedero, y en grandes fotografías y murales.

En el caso de Venezuela ya no hay vuelta atrás en el camino del desmantelamiento del populismo autoritario. El pueblo venezolano se hartó de soflamas y esloganes, ahora quiere respuestas a sus graves problemas. La gente exige ser considerada ciudadanos de un Estado democrático, no como meros hijos de la dádiva o como robots sometidos a varios atentados a la buena democracia. Puede que estas decisiones resulten difíciles de asimilar por unos guardias sometidos al chantaje y al soborno.

El mensaje está claro: no deliberativos y dispuesta a izar la bandera de la democracia. Es imposible sostener un régimen antidemocrático con admoniciones ni proclamas cuartelarías tan desacreditadas en la región, y que parecen desconocer sus límites los jerarcas militares “bolivarianos”. Es obligatorio aclararle sí, como consecuencia de su intromisión, qué le pasaría a Venezuela. La Guardia Nacional y demás defensores profesionales son la garantía del orden democrático.

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