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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Al gobierno -y mucho más cuando se está en campaña electoral y la oposición busca el control del poder político-, todo se le pega, como al “dedo malo”. Por eso, aun cuando se pueda alegar reacción tardía o que se dejó correr demasiado la bola, hizo bien el vocero de la Presidencia, Roberto Rodríguez Marchena, en enmendar la plana y calificar como “una imprudencia política” el premio que, en nombre del país, un jurado acordó entregar al escritor Mario Vargas Llosa.

Más que una imprudencia, la decisión del jurado -en el que penosamente había más de un dominicano- a favor de una figura que agredió nuestra soberanía y ofendió la dignidad del país, el premio de referencia constituye una provocación y una galleta sin mano al orgullo nacional. Los méritos literarios del personaje, que los tiene de sobra, no se comparan con el daño a los intereses y a la imagen de la nación, por lo que los dominicanos miembros del jurado que acordó el premio, con el Ministro de Cultura a la cabeza, lo menos que debieron hacer era votar en contra, si no en señal de protesta, para salvar la dignidad ofendida innecesariamente. Que no venga con el cuento de que a quien se premia es al escritor, porque en la figura de éste y en la del detractor hay una misma persona, no cabe el desdoblamiento, máxime cuando hay entrometimientos y daños a los derechos de soberanía y dignidad de una nación por el medio.

Como dijera Marchena, el jurado ‘le ha tirado una situación’ al gobierno dominicano, pero primero que todo al país, que Vargas Llosa tildó de ‘racista’ y llamó ‘parias del Caribe, en ocasión de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, que busca poner fin al desorden migratorio todavía por resolver. Si al gobierno, cuyo Presidente está en la calle y con muchas posibilidades ‘va por cuatro años más’, se le hace un daño político con ese premio, entonces mínimo hay que darle largas, y, de ser posible, hacer como se hace en diplomacia cuando un país no quiere aceptar a alguien como embajador, que simplemente no responde y deja las cosas al tiempo, hasta que le manden otro.

De todos modos, intelectual o político, no es amigo del candidato Danilo Medina, el dominicano que levantara su mano (¡vaya momento!) para aprobar esa barbaridad a favor de Vargas Llosa (¿?)

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