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Vargas Llosa y su premio

El otorgar el premio internacional Pedro Henríquez Ureña al escritor Vargas Llosa ha generado una serie de comentarios y críticas que parten de su “opinión” respecto a la decisión adoptada por el TC respecto a los hijos de nacionales haitianos nacidos en el país, en la que formuló acusaciones muy precisas que evocan épocas y hechos históricos con los que ningún país en el mundo quisiera ser comparado, lo que defi nitivamente hirió el sentimiento nacional y patriótico.

Algunos brillantes intelectuales dominicanos han pretendido justifi car el premio a Vargas Llosa invocando la bifurcación de su actividad literaria de aquella en la que la persona se presenta como opinante, comentarista, cronista, periodista, o lo que fuera.

Resulta que la credibilidad de quien pudiera llamarse Mario Vargas Llosa no fuera la misma si no estuviera en su haber el antecedente y prestigio literario que presenta ese opinante, lo que precisamente permite encontrar espacio y eco en los medios de comunicación que amplifi can aquello que plantea y que le hace atractivo como generador de opinión para ciertos grupos que utilizan su pluma, con buena o mala fe, y a lo que dio aquiescencia. De ahí que es imposible desvincular al literario del opinante escritor ocasional en medios de comunicación.

A partir de su prestigio Vargas Llosa lastimó al pueblo dominicano y, peor aún, en su carta de aceptación del premio, con su ingenio literario, sitúa de nuevo el dedo en la llaga cuando reafi rma su crítica al país, presentándola como intento de halago con el supuesto reconocimiento al espíritu democrático, tolerante y abierto “que por fortuna parece” prevalecer en el país. Cuando descaro del literario.

La aceptación de este premio es una manera más de embadurnar nuestra imagen de país, enrostrándonos el servilismo masoquista de quienes han sido vejados y ahora se inclinan en pleitesía confi riéndole un premio que no le hace honor, que más parece pretender una fallida compra de opinión, aunque no de conciencia.

No es cierto que como pueblo nos hacemos más pequeños por no conferir este reconocimiento a la grandeza de su obra literaria, lo cual se puede hacer sin necesidad de otorgarle el premio instaurado en honor a Pedro Henríquez Ureña. Hay muchas otras formas de hacerlo, pero resulta inoportuno, imprudente y en cierto modo irrespetuoso para el pueblo el hacerlo de esta manera, ya que es un premio que proviene del propio Estado Dominicano contra quien hizo sus acusaciones.

Hónrenos, señor Vargas Llosa y sea coherente dejando sin efecto su aceptación y declinando recibir este premio de un país al que usted desmeritó en una pretendida y deslucida solidaridad, por no decir ignorancia de nuestra historia; premio de un país que a partir de su propia acusación le resta en su trayectoria y quizás le avergu¨ence el tener que darle un sitial en su colección de reconocimientos.

Le prometemos que no nos sentiremos ofendidos si así lo hiciere. No nos quiera tanto, como dice usted, como para herirnos más aceptándolo.

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