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¿Por qué les fue mal a Donald Trump y a Hillary Clinton en Iowa?

El pasado 12 de enero el licenciado Bernardo Vega publicó un artículo titulado “¿A los dominicanos nos conviene Hillary o Trump?” Aparte de contener juicios carentes de solidez con respecto como actuarían hacia nuestro país cada uno de esos pre-candidatos, si el autor hubiese esperado el primero de febrero por las primarias de Iowa habría encontrado que su artículo apuntaba en la dirección equivocada, ya que no hay garantía de que Hillary y Trump terminen siendo los candidatos de los partidos Demócrata y Republicano.

Sin embargo, arribar a dicha conclusión no requería esperar por Iowa, sino poner atención a los debates al interior de cada partido, a las circunstancias que rodean cada candidato y a la reciente historia política de la sociedad norteamericana.

En el caso de los republicanos, era muy evidente que la supuesta amplia ventaja mostrada por Trump se fundamentaba en la explotación de su condición de celebridad; en la manipulación mediática de provocar sensación “diciendo lo que nadie se atreve”; en la explotación de la rabia acumulada en los republicanos por no habérsele cumplido con las expectativas extremistas levantadas en el pasado por sus dirigentes y en la pose de “outsider” del mismo Trump. Estos factores pudieron hacer arrancar la campaña de Trump con buen pie, pero su solidez y permanencia no está garantizada para un cruento proceso electoral de primarias de cinco meses y para un pre-candidato que: 1)tiene que levantar de cero una infraestructura de campaña en todos los estados, 2)es detestado por el establisment del partido y por sus grandes donantes, 3)ha sostenido con frecuencia en el pasado posiciones contrarias a la base republicana extremista a la que apela y 4)como nuestro Hipólito Mejía, tiene una tendencia a decir con frecuencia lo que no debe.

Los resultados de Iowa hablan por sí solos y ponen en cuestión las proyecciones de intención de voto favorables a Trump que se habían anunciado para todo el país. Luego de haber prometido que “ganaría tantas veces que sus seguidores se cansarían de ser victoriosos”, Trump alcanzó un precario segundo lugar con 24% de los voto; sólo un 1% por encima de Marco Rubio. ¿Razones? Primero, el 36% de la mayoría republicana en Iowa considera que Cruz comparte sus valores y otro 21% cree lo mismo de Rubio, pero sólo el 5% piensa así de Trump. Segundo, el 44% cree que Rubio puede ganar en noviembre, contra un 24% para Trump y un 22% para Cruz. Sólo en la categoría de “decir las cosas como son” Trump es ganador, obteniendo 66%, contra 11% para Cruz y 4% para Rubio, pero sólo el 14% de los votantes consideran esta característica como determinante en la escogencia de su candidato.

En el campo demócrata las señales eran muy claras de que Hillary podía tener otra debacle en Iowa. Los debates en la base demócrata dejaban en claro: 1) que Hillary es ampliamente considerada como poco honesta y poco confi able, lo cual se ha reafi rmado con el escándalo de los correos electrónicos “top secret” que prefería manejar por su cuenta electrónica privada en lugar de canalizarlos por su cuenta ofi cial cuando ocupó el cargo de Secretaria de Estado; 2) la evidencia irrefutable del profundo contubernio de Hillary con Wall Street, de cuyas instituciones ha recibido (al igual que su esposo) sumas enormes de dinero bajo distintas justifi caciones.

El artículo “The Clinton System“ publicado por Simon Head el 30 de enero pasado en The New York Review of Books es uno de los varios en los que se ofrecen abundantes datos sobre este tema y 3) la convicción en la juventud demócrata de que Hillary representa un establishment demócrata que no encarna sus aspiraciones y que ha venido haciendo las cosas mal en los años recientes.

Los resultados de Iowa evidencian la debilidad de Hillary: un empate entre ella y Sanders de 50% para cada uno.

Lo cual es otro desastre para Hillary si se toma en cuenta que hace sólo un año ella comandaba el 60.5% y Sanders el 6.5% de la intención de voto en Iowa. ¿Razones de este resultado? Entre los que daban primacía a la honestidad y confi abilidad en Iowa (25% de los votantes), Sanders tenía 83% y Hillary 10%; entre los que priorizaban que el candidato se “preocupase de gente como yo”(26% de los votantes), Sanders tenía 74% y Hillary 22%; entre los que daban mayor importancia a la posibilidad de ganar en noviembre (20% de los votantes) Hillary 77% y Sanders 17%, y fi nalmente, con respecto a tener la experiencia correcta (28% de los votantes) Hillary 88% y Sanders 9%.

Estos resultados anuncian serios problemas para Hillary. La simpatía del electorado en el rango de edad 17- 29 años es de 84% para Sanders y sólo de 14% para Hillary. En Iowa este rango de edad representaba el 18% del electorado. Hillary pudo empatar con Sanders porque en el rango de edad mayor de 65 años ella tenía el 69% y Sanders el 26% y este rango de edad representaba el 28% del electorado.

Hillary fue derrotada en el 2008 porque en ese entonces ambos rangos de edades representaban el 22% del electorado.

El problema para Hillary es que fuera de Iowa estas distribuciones de los rangos de edades no han de ser las mismas.

EL AUTOR ES ECONOMISTA Y REPRESENTÓ AL PAÍS EN EL FMI.

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