Agua, luz y limpieza

A veces parece inexplicable la falta de alumbrado público en muchas calles y avenidas de la ciudad de Santo Domingo y muchos de sus barrios adyacentes. La carencia de luminarias es una penuria a la seguridad ciudadana que tiene temor de salir a las calles en las noches por la percepción de inseguridad en sus vías. Es sintomático. Como una arteria capitalina como la Winston Churchill, donde se han erigido importantes hoteles internacionales y lujosos centros comerciales, frecuentados por miles de parroquianos, esa arteria por años se ve pálida de iluminación y la poca que existe, es por los anuncios comerciales que adornan la popular vía.

El malecón, en el otrora sitio de sano esparcimiento, hoy en día hay espacios de ese lugar que son de mucho peligro por falta de un iluminado público permanente y eficiente. Sin embargo, hay que reconocer, que ya parte de esa zona se encuentra con mejor sistema de luminarias.

La ciudad de Santo Domingo no podrá alcanzar un estatus de primera como ciudad turística y de negocios, si persisten muchos sectores cuasi-apagados. Lo mismo ocurre en algunas carreteras principales del país como la transitada autopista Duarte, que en los últimos años con el aumento de la flota vehicular se han construidos los elevados para facilitar mejor el tráfico.

Comercios instalados en diversos puntos de esa autopista, la principal del Cibao, cierran sus puertas temprano en horas de la noche ya que le sería difícil operar sin las condiciones esenciales de iluminación. La autopista Duarte podría estar alumbrada en todo su trayecto de Santo Domingo a Santiago para darle esplendor a toda esa zona y los negocios entonces se multiplicarían.

Casos, sin embargo, de acción efectiva son las unidades motorizadas del ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, apostadas en algunas carreteras principales, los cuales rinden un servicio que los automovilistas se sienten protegidos y seguros, como es también el servicio de auxilio 911, ambos de iniciativas gubernamentales. Con la rehabilitación de los barrios menos favorecidos para que no le faltasen agua, energía y limpieza, la pobreza se vería menos y la actitud de la gente cambiaría. La pobreza económica tiende a mejorar, si las atenciones básicas lleguen a la gente con efectividad.

Esto es cuando los servicios de agua, luz y limpieza, son servidos de forma adecuada y eficiente y la actitud al progreso y a la calidad de vida, se percibiría con mejores perspectivas.