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EL ROEDOR

Peix y Navidades

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Aristófanes UrbáezSanto Domingo

*A los Dres. Alejandro Herrera y Pina Toribio (a.u.).

*En México no puede haber una democracia porque los únicos que se benefi cian son los ricos; los ciudadanos no reciben los benefi cios de los derechos consagrados en la Constitución; y los demás países en que se actúe igual, no son democráticos” (Juan Raúl Vera, Obispo de Salti).

*Bibi Netanyahu, primer ministro de Israel, plateó una modifi cación de la Constitución para que diga que “Israel es el Estado de los judíos”, y el profesor de la Universidad de Tel Avi, S. Zand, asegura que es la única “Etnocracia del mundo, racista y excluyente”.

1.- PEDRO PEIX PELLERANO.- La mejor obra de Pedro Peix fue Pedro Peix mismo.

Autoproclamado ‘nihilista’, se convirtió en una especie de iconoclasta, huraño y medio misántropo. Me dijo una vez, cuando le hablé de los apremios que me espoleaban a la hora de construir mis garabatos: “Yo no tengo prisa para escribir... ¡nadie me espera!” Abogado, al igual que el poeta boricua Luis Llorens Torres, no habló jamás de eso, porque nunca se interesó por bienes materiales. Fue subdirector de Bellas Artes durante el cuatrienio 2000-2004; llegaba los días hábiles a la misma hora con sus bigotes alineados y negrísimo, siempre en el mismo escarabajo azul, cruzaba sus botas, pedía café y se dedicaba a leer con fruición y no le gustaba que le interrumpieran.

Tampoco andaba regalando sonrisas. Era un azote con las mujeres, a quienes llenaba de fl ores, no de elogios, y luego las dejaba. Alguien dijo que su escritura era corta y repleta de historias sencillas, caleidoscopio con el que pasaba revista al mundillo dominicano, el que le interesaba poco, me parece.

No gustaba de la crítica a sus obras, que no es verdad que eran trabajados maestros (“Los despojos del cóndor”, de muestra); era un cronista excepcional, como pocos en el patio. Todavía me asalta la misma sensación de cuando leí sus crónicas de Immanuel Kant y Jack Kerouac, y otros. Escribió un libro de poesía (El paraíso de la memoria), que su inseparable amigo, el poeta Tony Raful, lo comparó con “El cementerio marino”, de Paúl Valery, que a mi ver ni el mismo Pedro lo consideró así. Pedro, ‘nihilista’, ignoró la causa, y Tony, se separaron para siempre. Tal vez fuera porque el amigo Tony veía personas fallecidas en sus noches de la Zona Colonial, y al fi nal, se introducía hasta por Monte Plata con la amiga Nuria y Danilo Rodríguez (autor de “Elino, el extraterrestre”), a hacer contactos con alienígenas y seres de otros mundos. Peix, según me confesó, no creía en nada de eso.

¡Adiós, amigo Pedro (alegría) Peix, excelso capitán de goletas hembras!

2.- LA NAVIDAD.- En el país las fi estas navideñas son macondianas, hasta con el hielo de Melquiades. Mi padre se volvía como un niño, tirándoles dulces y cohetes a los muchachos (dolían más que el demonio cuando te explotaban encima). Risas, comilonas, alcohol, borrachos; en fi n, alegría y películas malas, como las de aquí, ¡fuera de los merengues! (Johnny, Milly, Conjunto Quisqueya, Wilfrido, Rubby, Eddy, etc.). Me gozo las Navidades con películas cristianas, el Papa, etc., pero hace tiempos se opacaron porque cuando murió mi padre, me aparecí con una pava, y mi santa Empera dijo: “¡Aquí no más pavos; tu pai se murió!”. Ley y batuta.

3.- DOS ANÉCDOTAS.- Como las Navidades y Semana Santa se han convertido en dos bacanales, van dos cuentos reales. La Licda. Consorcia Veras, jefa del plantel de enfermeras del Padre Billini, vivía con su esposo Federico más allá del Ens. Ozama. Se supone que todo el que está en la fi esta es un invitado. Se apareció un sujeto ajumado, comenzó a vomitar. Nadie supo quién lo llevó. Lo acostaron en una camita de Wendy, niña que criaban, pero el sujeto siguió vomitando y hasta defectó la camita. Lo cogieron, pararon un taxi, y lo tiraron en los cañaverales de San Luis; José María Gómez (me dijeron que murió), uno de las 2 docenas de hermanos de Felipa Gómez, celebraba el cumpleaños de su hija adolescente, y se apareció un bailador, se emborrachó y rompió la pantalla de la TV con el taco, bailando. Jajá, ja, ja.

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