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FE Y ACONTECER

“Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

a) Del libro de Jeremías 33, 14-16.

«Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “Señor– nuestra–justicia”».

Continúa el mensaje de los efectos benéficos que traerá al pueblo su merecido castigo. A las imágenes de la devastación, del dolor y de la desesperación que representa el mal infligido por Babilonia se contraponen las idílicas imágenes de la restauración futura. Los versículos 14-16 sintetizan la promesa de restauración de la descendencia davídica, que se confunde con las promesas mesiánicas.

Una vez más se subraya la fidelidad de Dios en el cumplimiento de la alianza y de la promesa de multiplicar hasta el infinito la descendencia israelita (22-26). Cfr.

Comentario al texto de la primera lectura tomada de Jeremías – La Biblia de nuestro pueblo.

Iniciamos hoy el Adviento que significa venida que se realiza en un triple plan: pasado, Cristo vino al mundo en su venida histórica.

Cristo está viniendo hoy a la comunidad cristiana. Cristo vendrá al final de los tiempos. El Adviento nos pone en actitud de esperanza.

b) De la Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3, 12-4, 2.

Recuerdo lo que ya he dicho a propósito de esta carta. Tesalónica, la actual Salónica en Grecia, era la capital de la provincia romana de Macedonia desde el año 146 a.C. y en la ordenación jurídica del imperio, ciudad libre desde el 44 a.C. Ciudad portuaria, comercial, reina del Egeo, próxima a la vía Ignacia que unía el Sur de Italia con Asia. Era una ciudad cosmopolita, próspera y, como tantas ciudades importantes, ofrecía el sincretismo religioso: cultos orientales, egipcios, griegos y también el culto imperial.

Expulsado de Filipos, Pablo se dirigió a Tesalónica. Huido pronto de allí, pasó a Berea hasta donde lo persiguieron y marchó a Atenas. Fracasado en la Capital cultural se asentó en Corinto.

Le asaltó el recuerdo de los tesalonicenses y la preocupación por aquella comunidad joven y amenazada.

Les envió a su fiel colaborador Timoteo para que los alentara y volviera con noticias, muy buenas por cierto.

Pablo termina esta primera parte de su carta abriendo a la comunidad el horizonte último de la historia “cuando venga nuestro Señor Jesús con todos los santos”, cuya esperanza los mantendrá firmes en la tribulación presente.

En los primeros versos del capítulo 4 añade: “La relación de fraternidad que existe entre los tesalonicenses hace que las exhortaciones con que Pablo se dirige a ellos sean ante todo un ruego”.

c) Del evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36.

Me parece muy oportuna la introducción al Ciclo C que presenta el P. Basilio Caballero, C.P., en su obra “En las Fuentes de la Palabra”.

La obra de Lucas, Evangelio y Hechos de los Apóstoles, tiene como eje de la historia de la salvación humana por Dios, centrada en la persona de Cristo y guiada por el Espíritu Santo.

Según el autor, el Evangelio de Lucas es el de la misericordia, gratuidad, acogida y perdón de Dios para el hombre desintegrado por el pecado.

Lucas no empieza el ministerio de Jesús con un pregón de conversión, como hacen Mateo y Marcos, sino con la buena nueva de la liberación para los pobres, que expone Jesús en la sinagoga de Nazaret.

Pasajes exclusivos de Lucas son: Zaqueo, la mujer pecadora, las parábolas del buen samaritano, del hijo pródigo, del fariseo y el publicano, del rico epulón y el pobre Lázaro. También es Lucas el único evangelista que menciona a las mujeres que ayudaban y acompañaban a Jesús.

También el Evangelio de Lucas es el de los pobres y de la pobreza efectiva, como se proclama en las bienaventuranzas según Lucas y en numerosos pasajes en que se denuncian los peligros de la riqueza.

Tal pobreza es parte del seguimiento de Cristo simbolizado en el camino que Jesús recorre con sus discípulos desde Galilea a Jerusalén, donde le espera el fracaso aparente de la muerte y el triunfo de su resurrección y exaltación gloriosa como Señor, título que Lucas da a Cristo con preferencia al de Mesías por ser más inteligible para sus lectores griegos.

Evangelio litúrgico, porque marca fielmente las etapas de la vida y misterio de Jesús que celebramos en el año litúrgico, desde su infancia -dos primeros capítulos, leídos en Adviento y Navidadhasta la ascensión del Señor. Solamente Lucas señala el espacio de los cuarenta días entre la resurrección y la ascensión de Cristo, dato que relaciona con Pentecostés al comienzo del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Repito, me parece muy oportuna esta introducción al Evangelio según San Lucas que seguiremos en este Ciclo C.

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