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TIEMPO PARA EL ALMA

Jesús hablaba de los fariseos, los que “no hacen lo que dicen”, los que buscan los primeros asientos para tener notoriedad, que les hagan reverencia y les llamen maestro, como refiere de manera muy clara en el capítulo 3 de Mateo. Es una actitud y un proceder muy común no solo en esa época, todavía hoy; estamos hablando del ser humano y sus debilidades. Jesús nos llama a no ser como ellos, pues aunque podían llevar mensajes positivos, convenientes, acordes con lo que Dios quiere para su pueblo, hacían toda esta prédica pero no la practicaban.

Definitivamente la Palabra de Dios es viva y permanece para siempre, pues hoy es la misma historia: líderes que en campaña hablan de la equidad social, el combate de la corrupción y de la solidaridad, y tan pronto tienen la posición deseada echan al zafacón todo ese discurso; predicadores que llaman a la conversión, a dejar los vicios, a ser íntegros, y probablemente hacen exactamente lo que ellos dicen que no se debe hacer … Los fariseos de hoy, que afectan el trabajo de los buenos discípulos y buenos líderes. ¿Qué nos toca a nosotros? No mirar el canal sino el mensaje, vivir en coherencia, con nuestras convicciones y nuestras acciones alineadas, ser lo que decimos que somos o decir lo que realmente somos. La honestidad, ¡maravillosa virtud!

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