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A una voz, ni una más

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Margarita Cedeño De FernándezSanto Domingo

Cada año reservamos la columna de esta semana para referirnos al tema de la violencia contra la mujer, que nos convoca a aunar esfuerzos para destruir las raíces de este problema que cobra vidas en todo el mundo y que constituye una atroz violación a los derechos humanos.

Las Naciones Unidas han convocado a la comunidad internacional a “dar un paso por la igualdad de género”, al conmemorarse en este 2015 los 20 años de la Plataforma de Acción de Beijing. Resulta alentador que por primera vez se ha incluido un objetivo explícito para eliminar la violencia contra la mujer en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Sin embargo, los indicadores sobre este tema plantean la dimensión del problema. En el mundo, 4.5 millones de personas son víctimas de trata y explotación sexual forzada, de las cuales el 98% son mujeres; en el 50% de los casos de mujeres asesinadas, el autor es su compañero sentimental o un miembro de su familia.

Como afirma la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo- Ngcuka, la violencia de género “es inaceptable. Se puede evitar. Se puede prevenir”. ¿Cómo? Mediante el diseño de estrategias e intervenciones capaces de “eliminar las relaciones y estructuras de poder desiguales entre hombres y mujeres”.

La Plataforma de Acción de Beijing plantea la ruta a seguir para que los Gobiernos, las organizaciones sociales y el sector privado, aúnen esfuerzos para la erradicación de la violencia hacia las mujeres. En estos 20 años de la Plataforma, se han registrado importantes avances en la educación de las mujeres, el aumento del trabajo remunerado, la participación política y la colocación del tema como parte de la agenda pública nacional.

Sin embargo, persisten trabas para la participación equitativa de la mujer en los procesos políticos, y aún existen diferencias abismales en los beneficios salariales y de protección social entre hombre y mujer.

El enfoque de la lucha por los derechos de la mujer por los próximos 15 años debe concentrarse en alcanzar el pleno ejercicio de sus derechos económicos y políticos, lo cual, a la larga, traerá consigo la mejora de los indicadores sociales de las mujeres y de sus familias.

El informe titulado El Progreso de las Mujeres en el Mundo 2015-2016 así lo plantea, considera que “las políticas económicas y sociales pueden contribuir a crear economías más fuertes y sociedades más sostenibles y más igualitarias desde el punto de vista del género.” Para que esto sea una realidad, se requiere de los Estados propiciar políticas de capacitación técnica y profesional, de promoción del emprendimiento y de un clima de negocios propicio para el desarrollo económico.

Además, se requiere de políticas económicas y presupuestarias que prioricen la equidad de género como un eje transversal del desarrollo económico.

Se trata de “transformar las economías para hacer realidad los derechos de las mujeres”, de manera que las políticas económicas sirvan para corregir los fallos del crecimiento que propician la desigualdad de género.

Las distintas investigaciones sobre el tema apuntan hacia la necesidad de corregir las desventajas socioeconómicas que enfrentan las mujeres, abordar los estereotipos, el estigma y la violencia; introducir transferencias monetarias condicionadas que no estigmaticen a las mujeres, abordar la cuestión de los salarios y las brechas existentes; y propiciar la participación de las organizaciones de mujeres en la definición de las políticas económicas.

Trabajar el empoderamiento económico y político de la mujer es esencial en el combate a la violencia de género, para todos, a una voz, ni una mujer más que sea víctima de este flagelo.

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