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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Un gran pacifista

La obra que cosquillea el alma del escritor francés Romain Rolland es “Guerra y paz”, de León Tolstói. Esta novela, que significa la fraternidad de los pueblos, impulsa al joven autor hacia una actuación perfectamente desesperada. En efecto, el estudiante se sienta a su mesa en una noche de angustia y escribe una carta a Tolstói pidiéndole ayuda y rogándole un consejo que le indique cómo puede salir de su dilema interior. El joven Rolland toma la carta y la echa al buzón sin la esperanza de recibir respuesta alguna. Pasan las semanas y de hecho la respuesta no llega. Pero un día, cuando entra por la noche en su habitación, el incipiente escritor ve sobre la mesa una carta o más bien un pequeño paquete con una carta de treinta y ocho páginas en francés, escrita por el poeta excelso Tolstói y que empezaba con las palabras “Querido hermano”. Aquella carta supuso para él la decisión de su vida. Rolland recibió del gran literato ruso el aliento y el consejo de que solo tiene valor aquello que se propone unir a los demás, que el hombre más sabio ha de ser también el más compasivo y bondadoso. Aquel día surgió el Rolland que todos admiran como el gran conciliador, auxiliador y consolador. Desde entonces es el escritor y pacifista que trabaja por la paz, que colabora en la Cruz Roja para consolar heridos y familias durante la Gran Guerra y dedica la suma económica del Premio Nobel de Literatura (1915) a obras de beneficencia. Si los pacificadores son bienaventurados, ¡ay de los que quebrantan la paz! Jesús dijo: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

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