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La fiesta de la patrona de Cuba

Cuba, la isla caribeña de 1,250 km de largo desde el cabo San Antonio, provincia Pinar del Río, hasta la Punta de Maisí en la provincia de Guantánamo; con una superficie de 110,860 km2 y que semeja un caimán hundiéndose en las aguas del Caribe.

Según Fernando Ortiz y el poeta Gastón Vaquero, la cubanidad o cubanía no se define por la tierra cubana donde se nació, ni por la ciudadanía política que se goza (o se sufre), menos aún por el concepto de raza, ya que no existe una raza cubana. Lo que configuró una cubanía viene determinada por numerosos factores. Entre los principales: la mezcla, confluencias de varias raíces, indios pre-colombinos, españoles y europeos (ingleses, franceses y holandeses) que cargados de ambiciones trajeron al nuevo mundo negros esclavos: yorubas, mandingas, bantúes, carabalíes, que trajeron sus propias costumbres y religiones animistas y con ello vino su cultura, y en sus mitos, en sus leyendas, en sus cantos y sus bailes; sus creencias y supersticiones y hasta en su vocabulario hay que ir a buscar para descubrir la raíz principal y la verdadera personalidad determinante de las manifestaciones folklóricas cubanas. A mediados del siglo XIX culíes chinos procedentes de Cantón, Macao y Taiwán.

Nuestros indígenas dejaron vocablos que todavía en la actualidad se usan, España trajo además de la guitarra, sus bailes y también el látigo y nuestros negros nos trajeron el tambor.

El tambor y la guitarra se acoplaron, y así surgieron también bailes y ritmos musicales; surgieron las contradanzas, los danzones, el mambo, el cha-cha-cha, el jazz afrocubano y todo esto fue configurando la cultura cubana y su formación, como dice Fernando Ortiz que la comparó como un ajiaco, el guiso criollo más genuino. Después de estos dos primeros siglos al inicio del siglo XVII surge y se añade como culmen, la devoción a una pequeña imagen de la Virgen María de 40 centímetros.

La Virgen de la Caridad del Cobre que fue virgen trigueña para los castellanos conquistadores, llegó a ser como una frecuente paradoja de las creencias populares, la Virgen Cubana, Virgen Mambisa y anti-española, según decía el sentimentalismo de los patriotas cubanos, exaltados cuando el hervor de las contiendas separatistas. Y así se le dio el título de Virgen Mambisa.

Cuando surge la devoción en el pueblo a esta Virgen de la Caridad, la que va penetrando con el tiempo, de tal forma que llega a convertirse en una parte importante en la historia de Cuba y en el alma del cubano; es así que cada 8 de septiembre todo cubano en la isla y en la diáspora recordará a la madre que también ha formado parte de nuestra cultura cubana. Según Mario Vizcaíno, Sch. P., hay hechos en la historia de los pueblos cuya significación más profunda y su relevancia histórica no se descubre, sino cuando, mirando de lejos, percibimos su impacto en el momento histórico en el que acaece, sus ramificaciones a través del tiempo y sus influencias en la conciencia y en la vida de los pueblos. Lo que aparentemente fue un simple hallazgo de la simple imagen de la Virgen ha tenido en la historia de nuestro pueblo cubano una significación y una relevación histórica que solo después de 400 años empezamos a descubrir y ella resumirá en sí misma el símbolo de nuestra cubanidad.

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