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EL BULEVAR DE LA VIDA

Una muerte lamentable

“Un torturador no se redime suicidándose, pero algo es algo”. Mario Benedetti.

Huérfanos de pan y Dios La de Josef Weselowski es una muerte lamentable. Pero no por quién se fue sino por lo que se llevó consigo; por la escoria impune a la que libera de toda responsabilidad. El señor Josef, -polaco, de profesión sacerdote- no siempre iba sólo a sus asuntos, en ocasiones se hacía acompañar de otros a la hora de cazar a sus ovejas inocentes y pobres, marginadas y huérfanas de todo dios, padre, vecino, gobierno o espíritu santo. Como tampoco iba solo a sus sociales reuniones, que por sociales no eran de dos. En este, como ocurre en prácticamente todos los casos de abuso y violación de menores de parte de un funcionario de la iglesia católica, las acusaciones se centraron en un solo victimario. Sin redes, grupos ni clubes. Todo se limitó a su persona, a pesar de las evidencias. Los investigadores fueron incapaces de someter a uno solo de los tantos asistentes a las fiestas y encuentros, a pesar de que las víctimas están ahí, traumatizadas, vencidas, tristes, espiritualmente asesinadas.

Ampliar el Club de los Impunes Ante los hechos, todo indica que esto de uno quejarse por tanta impunidad, ya no podemos limitarlo a los personajes que cada partido político al llegar al gobierno convierte en sus financiadores a través del dolo/prevaricación/contratos onerosos/ concursos amañados, sino que ese club debe ser ampliado a ciertos personajes del poder político/religioso de las iglesias. Para ellos, también ha habido en el país una histórica y nauseabunda impunidad. Y así, en plan GADEJO se pregunta uno ¿cómo puede disminuir la delincuencia de nuestros muchachos barriales, la prostitución de sus hermanas (-que estimuladas por sus propios padres subastan las mieles de su cuerpo núbil como si un naipe de corazones fuera-), y sólo por tener con qué pagar la penúltima cirugía estética, el IPhone más reciente, el jean de moda, los colalés recién llegados, el Cartier que siempre impone? Cómo va a disminuir este “buen proyecto para el mal”, si como sociedad somos la suma de todas las injusticias e impunidades, de todos los cinismos y dobleces, de todas las hipocresías. ¡Miserias humanas que no se detienen ya ni ante una cruz!

Un maravilloso Papa Por primera vez un Papa decide que aquellos que faltan a los mandatos de su religión se sometan a las leyes de Dios, pero que quien falta a los hombres sea sometido a sus leyes, a las leyes del hombre. Hasta la llegada de Francisco a CEO del Vaticano, (como si al ego de los argentinos no les bastara ya con Maradona y Gardel), hasta entonces, ya digo, la costumbre era trasladar/ocultar al funcionario eclesial comprometido para, con las complicidad del sistema de justicia, no afectar la imagen de la institución ante el público rumor, el llanto reprimido y la vergüenza contenida de un niño abusado, y su familia impotente.

El perdón Los dirigentes católicos que ante las acusaciones contra el entonces Nuncio, se presentaron en rueda de prensa ante el país para negar los hechos y reducirlos cínicamente a “un plan para hacer daño a Iglesia Católica”, deben una excusa a todos los dominicanos y en especial a los católicos de alma buena -que son la mayoría-, a quienes han irrespetado, avergonzado.

¡Qué son esos mandamientos, joder! Los muy señores deben una excusa y se deben ellos mismos un perdón, una constricción, un retiro -en Manresa puede ser- por defender y haber intentado exculpar con vehemencia andaluza y arrogancia porteña, a quienes han traicionado las enseñanzas de amor de uno de grandes los maestros espirituales, sociales y políticos del planeta.

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