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FUERA DE CÁMARA

¡Los 90 de doña Yolanda!

Leonel Fernández, su esposa Margarita, su hermano Dalcio y el resto de la familia celebraron en la intimidad el cumpleaños noventa de doña Yolanda, una madre discreta que ha sabido mantenerse siempre en la equidistancia del poder con la misma dignidad con que educó a sus hijos dentro de un riguroso régimen de respeto y disciplina.

Afortunadamente hijos, nietos y bisnietos disfrutan a doña Yolanda en absoluto dominio de facultades físicas y mentales y sin achaques mayores que le impidan su retiro tranquilo cuidando su bello jardín de orquídeas, rosas, hortensias, claveles, margaritas...

Se trata de una mujer extraordinaria que afrontó la vida con todas sus dificultades criando sola a sus dos hijos en el Alto Manhattan de Nueva York, trabajando de enfermera en el horario nocturno de un hospital y en el día agotaba jornada completa en una factoría de judíos.

A ambos los educó bajo estricto control materno en una época de mucho peligro en una ciudad que expresaba discriminación étnica y convulsionó en la lucha por la igualdad racial y después protestando contra la guerra de Vietnam.

En ocasiones doña Yolanda llegaba a la casa a las 6:00 de la mañana después de amanecer sin dormir en el hospital y apenas le alcanzaba el tiempo para preparar el desayuno, despachar a sus dos muchachos para la escuela y correr a la factoría para completar el presupuesto familiar.

A las 5:00 de la tarde, cuando salía del trabajo, ya Leonel y Dalcio estaban de regreso y ella les preparaba el almuerzo, les arreglaba los uniformes, supervisaba sus tareas y mientras se distraían un rato en la tele, les preparaba la merienda del día siguiente. Y cuando se dormían, de vuelta al hospital.

Así pasaron los años La pubertad y la adolescencia llegaron muy rápido para los dos hermanos en Nueva York y su madre trabajando sin descanso para garantizarles una buena educación.

Leonel tuvo siempre inclinación por la Literatura y la academia, pero Dalcio, el hermano mayor, prefería la formación técnica quizás empeñado en trabajar temprano para ayudar a su madre con las tareas hogareñas.

Leonel se interesó en la política siguiendo a su madre que recibía la revista ¡Ahora! semanalmente, y así comenzó su admiración hacia el profesor Juan Bosch.

Después de la Revolución de 1965, regresó al país a estudiar Derecho en la UASD. Llegó a Villa Juana, a casa de una tía materna, y allí vivió hasta que se graduó de abogado...

Atención a ese hijo Doña Yolanda siguió trabajando en Nueva York sin descanso para mantener a su hijo estudiando en la universidad, viviendo en casa de su hermana, y garantizando que al muchacho no le faltara nada. Dalcio permaneció en Nueva York y años después se estableció en La Florida donde casó y formó familia.

Para ayudarse en sus estudios y aligerarle un poco la carga a su madre, Leonel se agenció con su amigo Jimmy Sierra una plaza como profesor en un instituto donde su hermano era director.

Doña Yolanda monitoreó siempre la vida de su hijo... En los 12 años de su presidencia, fue dos o tres veces al Palacio “a halarle las orejas” pero nadie notó jamás su presencia.

Al cumplir sus 90 años el martes, doña Yolanda recibió cariño y reconocimiento de mucha gente que le quiere y admira... Yo entre ellos.

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