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FUERA DE CÁMARA

¡…Así sea yo “un asco”!

Espero paciente las coces contra el aguijón... para devolver golpe por golpe, así sea que me asquee la arrogancia y altanería del poeta sin oficio que profana las páginas de Hoy intentando mellar honras ajenas y exhibiendo con desparpajo su mediocridad y frustración.

No importa que en su propio medio intelectual se le conozca como el gran chismoso e intrigante que es, que le llaman “puente roto” o que lo recuerden por la mala maña que le hizo ganar el sugerente apodo que llevó desde muchacho en el barrio: “Teterita”.

Tampoco importa que la vida lo haya tratado como ha vivido, en medio de la insignificancia social y laboral y sin ningún reconocimiento profesional más allá del que le prodigan en el “bestiario intelectual” los áulicos de su entorno en intercambio de lisonjas almibaradas...

... Porque, a fin de cuentas, esos son los primeros en reconocer su pobre calidad humana y su reiterado comportamiento hostil y chismoso frente al talento creativo de otros muchos que han sobresalido sobre los escombros de su reprochable mediocridad.

Sin que sea necesario --por el momento--, citar las bajezas reiteradas en su propia universidad contra profesores que en su momento de mayor precariedad le ayudaron a superar la miseria económica --que no humana--, para que más adelante mordiera la mano que le dio de comer...

... Una actitud que reiteraría cuando asumió responsabilidades públicas como funcionario de tercera categoría llevado por un “amigo” a quien traicionó con intención de relevarlo en el cargo.

... Una agresión viciosa Una cosa es asumir la crítica responsable a través de los medios de comunicación para denunciar debilidades institucionales o a funcionarios, políticos o líderes sociales, y algo muy diferente es convertirse en difamador impenitente y hacer acusaciones viciosas que no se pueden probar.

La ley sobre expresión y difusión del pensamiento tiene debilidades que habrá que subsanar, pero mientras eso ocurre es necesario que los propios medios impongan normas para evitar que los lenguaraces y escribidores de ocasión sigan ofendiendo con impunidad.

Nuestro país ha tenido suerte porque ante la debilidad institucional que ha hecho proliferar ese libertinaje, nadie todavía se ha tomado la ley en sus manos para reivindicar el honor muchas veces mancillado gratuitamente... Pero es obvio que en algún momento eso va a ocurrir...

... Porque las piedras claman cuando la ley no alcanza para resguardar la dignidad y el honor de las personas...

Puntilloso... sin insultos Es de inteligente ser puntilloso... Como de imbécil la difamación grosera, la ofensa innecesaria, la acusación falaz, la herida humillante... Lo primero es respetar las regulaciones legales para ejercer el oficio sin incurrir en descalificaciones personales.

En mi experiencia profesional he sido de todo en casi cincuenta años de ejercicio --desde reportero hasta ejecutivo y dueño de medios--, pero nunca he ido a la Justicia por difamación... Porque a nadie he difamado nunca y siempre he dicho lo que pienso y lo que creo.

Esta vez me defiendo de una acusación rastrera en un periódico matutino del que soy cofundador y al que me dediqué por ocho años con amor y entrega...

Fui columnista de ese periódico y a nadie nunca llamé “traidor” y mucho menos me presté para dañar desde sus páginas honras ajenas...

... Claro, su director era Virgilio Alcántara... Con a su lado.

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