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FE Y ACONTECER

“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

a) Del libro del Éxodo 16, 2-4. 12-15. La palabra éxodo significa en griego “salida”. En este libro se narra la liberación de los judíos de la esclavitud de Egipto.

El texto de la liturgia de este domingo se refiere a la protesta del pueblo contra Moisés y Aarón por el hambre que los agobiaba: “Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnosÖ” El Señor dijo a Moisés: “Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día: lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. Diles: Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan: para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios”.

Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron: ¿Qué es esto?... Moisés les dijo: “Este es el pan que el Señor les da de comer”.

b) De la Carta de San Pablo a los Efesios 4, 17. 20-24.

Lo primero que Pablo pide a sus cristianos es un corte radical con su pasado pagano. Los calificativos que usa son duros y tajantes: oscuridad, ignorancia, dureza, impureza, engaño. De nuevo hay que decir que el Apóstol no condena el paganismo en general. Está hablando a pequeñas comunidades cristianas esparcidas en las grandes ciudades del imperio romano y expuestas, como es natural, a las presiones del ambiente pagano en que se encontraban. Para sobrevivir en medio de ese ambiente tenían que expresar en términos radicales tanto el estilo de vida alternativa de seguimiento de Cristo que habían escogido, como la denuncia de la sociedad pagana en que vivían. San Pablo usaría hoy el mismo lenguaje de denuncia, no necesariamente contra el paganismo, sino contra la corrupción imperante en muchos de nuestros países tradicionalmente cristianos.

La vida alternativa del creyente, como una nueva humanidad frente a la vieja, la expresa el Apóstol con la imagen de desnudarse y revestirse. La humanidad vieja se deja llevar por la concupiscencia y acaba en la corrupción.

La nueva humanidad es creación “a imagen de Dios. Es una vida de imitación de Dios y de Cristo”.

Sean santos “porque yo soy Santo”. Jesús propone como ejemplo al Padre: “Amen a sus enemigos... así serán hijos de su Padre del cielo”. Por su parte, para el apóstol Pedro, los cristianos han sido elegidos... y consagrados por el Espíritu, para obedecer a Jesucristo. Esta nueva vida del cristiano la ve expresada el Apóstol en comportamientos concretos de honestidad, dedicación al trabajo, veracidad, amabilidad y respeto del prójimo.

Este es el retrato del cristiano, una persona que vive y se desvive por los demás (Cfr. Nota - comentario al cap. 4 de la carta a los Efesios. La Biblia de nuestro Pueblo).

c) Del Evangelio según San Juan 6, 24-35. Quienes están más familiarizados con los Evangelios, saben que la multiplicación de los panes es contada por los cuatro evangelistas, tomando como punto de referencia el milagro del maná en el desierto.

Los judíos le preguntan a Jesús, ¿Y qué signos vemos que haces tú para que creamos en ti?

Y recuerdan el maná que sus padres comieron en el desierto, detalle que ante el pueblo avaló a Moisés como profeta enviado por Dios. Pero Jesús puntualiza que fue Dios su Padre y no Moisés, quien dio a Israel ese alimento material.

Por eso ahora les da de nuevo el pan verdadero, prefigurado en el maná, el pan de Dios que baja del cielo y da vida al mundo.

En el diálogo con los judíos, como todos le piden ese pan, Cristo se ve precisado a decir abiertamente: “Yo soy el pan de vida.

El que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí no pasará nunca sed”, como concluye el evangelio de este domingo.

Para comprender mejor el pasaje de hoy recordemos que, después de la multiplicación de los panes, para huir del gentío, Jesús se traslada con los apóstoles a la otra orilla del lago. La gente no se da por vencida. Suben a las barcas y lo alcanzan. Aquí, en la sinagoga de Cafarnaum, está ambientado el largo discurso de Jesús sobre el pan de vida, que comentaremos en los próximos domingos.

La Eucaristía, como viene proclamado en cada Misa, es ante todo “el misterio de nuestra fe”. Podemos decir que Jesús puede estar realmente en el altar, pero si yo no tengo fe, para mí es como si no estuviese. Les invito, pues, a que sigamos este hermoso discurso del Señor que se nos presentará en los próximos domingos.

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