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OYE PAÍS

Una reflexión

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Ruddy L. GonzálesSanto Domingo

La última semana ha sido para mí de mucha reflexión sobre el sentido de la vida, de la amistad y de la solidaridad.

La muerte de Roberto Lebrón me impactó.

Unas horas antes de su muerte había hablado con él por teléfono a propósito de unas diligencias que le estaba haciendo, y me dijo que estaba optimista de su recuperación de salud.

Cuando me enteré de su muerte, sentí que me cayó un techo encima.

Papito Lebrón llegó muy joven a la Redacción de Última Hora, cuando aún yo era Subdirector, y se integró rápidamente al equipo de periodistas que conformábamos el diario.

Se destacó por su agresividad periodística, su dedicación y su deseo de progresar. Fue uno de mis ‘muchachos’.

Su velatorio fue punto de reencuentro para muchos de los compañeros que conformamos esa gran familia, esa gran experiencia periodística nacional, que fuera abortada por la insensatez y la ambición de poder de Hipólito Mejía y su grupo, en el 2003.

Ricardo Rojas León, Cándida Figueroa, Eli Heileger, José Miguel Carrión, Tony Pina, Pedro Ángel Martínez, Manuel Quiroz, Abinader Fortunato, Margarita Quiroz, Joselyn Brito, Matilde Howley son solo algunos de esos compañeros de la Redacción de Última Hora que nos reencontramos en ese último adiós a Papito.

La vida se nos va. Solo queda el buen recuerdo de los compañeros, los amigos que cultivamos, la imagen de ciudadanos, de profesionales que forjamos, que nos identifican a lo largo de este paso, corto por demás, por la tierra.

Hoy recuerdo a Papito con alegría y dolor. Alegría porque de él me queda el mejor de los recuerdos. Dolor porque se nos fue para siempre.

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