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MUCHACHOS CON DON BOSCO

Familia, unión entre hombre y mujer

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Juan Linares, SdbSanto Domingo

(I de II) Nos toca vivir en un mundo donde es necesario tener una formación de alta calidad para saber discernir y elegir “en verdad” los caminos más adecuados para nuestra realización y para nuestra convivencia.

Hay temas que son prioritarios, pues son los que ponen el fundamento, de los que se derivan todas las demás cosas. Algún ejemplo de estos temas son la persona, la vida, la familia.

De cómo concebimos estas realidades se deducen consecuencias muy importantes. Podríamos decir que con estos temas no se puede jugar, son demasiado serios.

Como consecuencia de lo dicho, sabemos que el enfoque sobre ellos debe estar concebido de manera integral y, consecuentemente, en ellos no puede faltar la dimensión de la transcendencia, y por tanto no se pueden enfocar unilateralmente o en forma parcializada, pues entonces pierden su identidad y se producen lamentables desviaciones.

Hacemos hoy una sencilla refl exión sobre la FAMILIA, concebida como fruto de la unión entre un hombre y una mujer.

Defi nimos la familia –célula básica de la sociedad- como la unión estable e indisoluble entre un hombre y una mujer referida, necesariamente, a la generación de los hijos y reconocida públicamente a través del contrato matrimonial.

Como punto de partida: Es necesario que las familias estén formadas desde el Plan de Dios y como fruto de la unión de un hombre con una mujer. Nos lo dice el Papa Francisco.

“En efecto, Dios «creó la luz y vio que era buena». Luego «creó los animales, los árboles, las estrellas: todo era bueno». Pero «cuando creó al hombre» llegó a decir «que era muy bueno». En efecto, «la creación del hombre y de la mujer es la obra maestra de la creación».

También porque Dios «no quería al hombre solo: lo quería con su compañera, su compañera de camino » A ellos Dios les recomendó seguir adelante juntos «como una sola carne».

Desafortunadamente, la familia está en serio peligro cuando se anteponen intereses particulares e ideológicos, desde la equiparación de determinadas uniones al matrimonio, a la legalización del aborto que trunca el fi n último del matrimonio que es la donación absoluta del amor y su consecuente apertura a la nueva vida.

Las “separaciones” (entre sexualidad y amor; entre amor y procreación), legitimadas por el universalismo científi co, minan desde dentro el organismo unitario que había permanecido durante siglos. Se corre el peligro de que solo queden sobre la tierra sus restos desarticulados: uniones sin matrimonio (pensemos en las llamadas convivencias, en las parejas de hecho, también homosexuales…) Un número de casos que aumenta de modo vertiginoso.

Es bueno preguntarse si la secuencia hombre-mujer-matrimonio- familia es artifi cial o es natural.

Dicho de otra manera: ¿es posible todavía hablar de una naturaleza humana común? Y ¿qué relación hay entre naturaleza y cultura? ¿La cultura puede cambiar la naturaleza?

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