Santo Domingo 24°C/26°C scattered clouds

Suscribete

PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Benedicto XV, un precursor

Avatar del Listín Diario
Manuel P. Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Benedicto XV (1914 - 1922) no solo fue un hábil diplomático, dentro del marco de su época fue un precursor de actitudes y medidas que brotarían en la Iglesia solamente con el pontificado de Juan XXIII (1958 - 1963) y el Concilio Vaticano II (1962 - 1965).

En 1915 creó la Comisión de Seminarios y Universidades, buscando mejorar la formación impartida por esos centros.

Movido del mismo interés de Pío X por facilitar una práctica pastoral ordenada en la Iglesia, llevó a buen término las labores que el mismo Pío X había comenzado, publicando el Código de Derecho Canónico el 28 de junio de 1917.

El Papa tuvo un gesto hacia las Iglesias Orientales creando en 1917 la Congregación de rito oriental, dándole su lugar propio, ahora separada de la Congregación de Propaganda Fide de la cual había dependido hasta entonces. En Octubre de ese año, fundó el Instituto Pontificio Oriental. Benedicto XV aspiraba a facilitar el retorno a la unidad de las Iglesias separadas de Oriente.

Donde más se nota el respeto de Benedicto XV por todas las culturas y pueblos es en su encíclica Maximum Illud del 30 de noviembre de 1919. En ella censuraba “<> de numerosos misioneros al servicio de los intereses nacionalistas de su país de origen”. Expresó “el propósito de la Santa Sede de separar la causa misionera de los imperialismos coloniales”. Insistió en la promoción del clero nativo. Les pidió a los misioneros renunciar a toda visión nacionalista, respetando la cultura y el destino de los diferentes pueblos.

“No sin fundamento en la experiencia de la primera guerra, cuando muchos misioneros se dejaron llevar por el espíritu nacionalista en sus peores formas, la encíclica rechaza en términos claros el europeísmo y sobre todo el nacionalismo entre los propagadores del evangelio. Positivamente, señala como tarea prioritaria de las misiones la formación de un clero indígena, y más en concreto no de un clero auxiliar de segunda categoría, sino sacerdotes con un nivel equivalente de estudios teológicos y capaces también de llegar a ocupar altos puestos eclesiásticos. Asimismo el Papa exige una adaptación cultural a las tradiciones de los países en misión” (Schatz, Historia del a Iglesia Contemporánea, 1992, 178 - 179).

Muchos misioneros habían considerado a las poblaciones nativas como poco educables y con poca capacidad de cambio. En raras ocasiones reconocieron los valores humanos de las sociedades no cristianas. En la mayoría de los casos, los misioneros europeos actuaban convencidos de la superioridad de la cultura europea.

Klaus Schatz recoge esta perla del imperialismo espiritual aparecida en “La France au dehors” 1890: “Es la honra de nuestros misioneros...no haber jamás distinguido en sí mismos entre el francés y el católico, no haberlo ni siquiera intentado, y haber ganado así para el genio de Francia lo que ganaron en nuevos cristianos para la religión...A ningún lugar fueron nuestros misioneros donde no dejaran plantado, junto con la fe, también el amor a Francia” (1992, 177).

Hombre pacífico, respetuoso y sensato, en 1921 Benedicto XV puso fin a las actividades del Sodalitium Pianum, una organización eclesiástica secreta, que al amparo de la Santa Sede, había confeccionado listas de sacerdotes interesados en la investigación histórica para reprimirlos como sospechosos de modernismo y cerrarles el camino a cualquier responsabilidad en la Iglesia.

Inesperadamente, el 22 de enero, 1922 Bendicto XV fallecía de un catarro a los 67 años. Dos años antes, el gobierno turco le había erigido una estatua en Canrica, Estambul, “al gran Papa de la tragedia mundial...el benefactor de todos los pueblos, sin fijarse en la nacionalidad, ni la religión” (J.N.D., Kelly, The Oxford Dictionary of Popes, 1989, 316).

El 1922 traería dos hombres fuertes a Roma: en febrero, Pío XI y en octubre, Benito Mussolini.

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM

Tags relacionados