Los dueños del país
Si no me falla la memoria, creo que fue el veterano periodista Radhamés Gámez Papín quien bautizó a los choferes de vehículos públicos como “los dueños del país”. Y nada más atinado para defi nir a los que de “sufridos obreros del volante”, pasaron a ser propietarios de empresas del transporte, manejadores de rutas y creadores de caos.
Y fue Esteban Rosario, escritor santiaguero y también periodista, el autor de Los Dueños de la República Dominicana, obra en la que deja constancia del origen de las fortunas de las grandes familias de la oligarquía dominicana.
Pero de un tiempo a esta parte, los dueños de este pedazo de tierra han aumentado y por eso el califi cativo hay que aplicarlo a no pocas personas –con poder pública o privado algunas y con amplio radio de acción otras, sobre todo en los medios de comunicación– que manejan los hilos de la situación nacional como si estuvieran dirigiendo títeres en un teatro de mala muerte.
Porque ¿quienes son hoy los dueños de esto? Los maleantes que siembran el terror en las calles, asesinando ciudadanos indefensos para despojarlos de vehículos y de teléfonos celulares.
Los generadores a los que se entregó el sistema eléctrico nacional a cambio de nada y que hoy nos someten a largos apagones porque no se les paga a tiempo. La Barrick Gold, a la que se concedió la explotación de la mina de Pueblo Viejo en desmedro del interés nacional y olvidando la expresión de Juan Bosch cuando dijo que esa mina era un regalo de Dios al pueblo dominicano.
FALCONDO, a la que se entregó Loma Miranda de manera graciosa sin pensar en los tremendos daños que con ese otorgamiento se causaban al medio ambiente. Dueños son también los que depredan los ríos y talan árboles ante la indiferencia del Ministerio de Medio Ambiente. Roberto Rosario, el de la JCE, que por capricho mantiene a Alianza País fuera del luego electoral.
Los que manejan a su antojo los combustibles obligándonos a pagarlo sumamente caro aunque el petróleo mantenga su precio por el suelo. Dueños son los jueces venales que sueltan delincuentes y practican el cohecho, contribuyendo con su actitud a aumentar el descrédito del sistema judicial criollo.
Los que estamos en el otro lado, en la acera de enfrente, a los que nos duele y avergu¨enza la violencia, la desigualdad, la impunidad, la injusticia y el latrocinio, nosotros, lamentablemente, no somos nada.