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FUERA DE CÁMARA

Balaguer: no soy un monito

En sus últimos años, Balaguer se cansó de que le pidieran retratarse a su lado como recuerdo personal... Algunos llevaban a las esposas y a los hijos para “una foto en familia...” lo que implicaba tener que ponerse saco y corbata.

Como todo el mundo conocía su dimensión histórica, la demanda de fotos con Balaguer crecía en la misma medida en que se acercaba el final de sus días... Cabaloso al fin, comenzó a evadir esos compromisos bajo el artilugio que primero le llegara a la cabeza: -Tomarme una foto a su lado es un honor para mí, pero necesito arreglarme para no salir desaliñado y que me recuerden como un viejo feo... porque no hay nada más feo que un viejo feo”, le dijo en una ocasión a un empresario que fue a hacerle “un donativo” para su campaña del 2000.

Recuerdo muy bien la mañana en que trataba de acortar aquella visita que le hice a su casa con el argumento de que había mucha gente esperándolo para verlo cuando se acercaban las elecciones de 2002: “No te preocupes por eso, César --me dijo--, que esa gente no viene a traer nada, viene a buscar... Ya ni siquiera paz me dan en mi propia casa... Ahora se han cogido con venir a retratarse conmigo, como si yo fuera un monito...”.

Intenté contener la risa, pero no pude, y estallé en una carcajada que hasta el general Pérez Bello entró a la habitación a cerciorarse de lo que estaba pasando. Él, Balaguer, también se rió muchísimo de su propia ocurrencia.

“... Se le muere un tío” Aproveché su buen humor de ese día y a tono de broma le comenté la cuerda que cogía su sobrino Lope Balaguer cuando le decían que “a cualquiera se le muere un tío, menos a él”...

Con tono burlón que no pudo disimular, me dijo: “Ese muchacho no debería sentirse mal por eso... Al contrario, porque mientras más anuncian al muerto, más tarda el muerto en morirse... Al final, uno nunca sabe quién se va primero...”.

Dicen que a Balaguer no le gustaba hablar de la muerte, pero sus más allegados --los que aún viven--, lo recuerdan citando por sus nombres a las personalidades de la época que le precedieron en el paso al otro mundo...

Font Bernard, que murió siete años después que él, me dijo en entrevista por televisión que el tema de la muerte jamás fue un tabú para el viejo caudillo reformista...

“Al contrario, Balaguer creía que espantaba a la muerte cuando mencionaba a los que se fueron primero que él”.

Ese día de marzo de 2002 --cuando a tono de broma le comenté lo de Lope, que murió hace apenas unos meses--, Balaguer me dijo: “...Lo malo fuera que a uno se le muera un sobrino”.

¡Cómo! ¿En ese bailongo? El día antes de mi visita a Balaguer, Acroarte había entregado su premiación anual a los artistas, que entonces se llamaba “El Casandra”.

Él había escuchado “el run” de que el presidente Mejía me había voceado algo cuando subí a Tarima a entregar un premio, junto a la colega y amiga Ivonne Beras-Goico.

La sorpresa de Balaguer --que con esas cosas se hacía siempre el loco--, fue que el Presidente acudiera a esa actividad...

¡Cómo! ¿Qué Hipólito estaba en ese bailongo?...

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