EEUU-Cuba

El sorpresivo anuncio el pasado miércoles del presidente Barack Obama de cambiar la política estadounidense sobre Cuba y de restablecer las relaciones diplomáticas rotas desde el 3 de enero de 1961 marca el fin de una era. El anuncio de Obama ha sido calificado de histórico en las relaciones hemisféricas. Concomitantemente con el anuncio de la Casa Blanca, el presidente cubano Raúl Castro, hacía lo mismo en una transmisión televisada al pueblo cubano anunciando las nuevas relaciones con Washington. En el Mercosur los jefes de estados reunidos en Paraná, Argentina, saludaron con júbilo la medida de acercamiento entre Washington y La Habana. El Papa Francisco y el gobierno de Canadá ñse reveló- jugaron un papel protagónico en las negociaciones secretas que culminó en poner fin a este largo aislamiento. El paso dado en La Habana y en Washington facilitó la liberación del contratista estadounidense de origen judío Alan Phillip Gross, detenido hace cinco años bajo la acusación de distribución ilegal de equipos de telecomunicaciones a organizaciones civiles cubanas. De la misma forma, Estados Unidos liberó a tres agentes de la inteligencia cubana presos en cárceles norteamericanas acusados de labores de espionaje. Ambos casos se constituyeron en una eventual ficha de negociación entre los dos países para bajar 50 años de tensiones y confrontaciones. Washington y La Habana rompieron relaciones al abrazar la mayor de las islas antillanas lazos ideológicos con la otrora Unión Soviética, quien sirvió de aliado estratégico y de soporte económico al régimen castrista en pleno período de la llamada “guerra fría”. En el anuncio facilitaría el flujo de ciudadanos norteamericanos a la isla, aumentar el monto de remesas a $2 mil dólares trimestralmente, apertura a la cooperación en materia comercial, bancaria y tecnológica y otros aspectos de normalización de las relaciones bilaterales. Este Cambio de Política de Washington se produce en medio de la caída de los precios mundiales del petróleo a niveles por debajo de la franja de los 60 dólares el barril y que de hecho afecta al principal aliado latinoamericano político-comercial de La Habana que es Venezuela, principal productor petrolero de la región y décimo tercero en el mundo.