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ECONOMÍA Y PLANIFICACIÓN

Malala y la educación

“Para hacerme poderosa solo necesito una cosa: educación”. La frase es de Malala Yousafzai, escritora y activista pakistaní, convertida en símbolo mundial de la lucha por el derecho de las niñas a la educación y sobreviviente de un atentado perpetrado por los talibanes que casi le segó la vida. Malala ha sido reconocida por organismos internacionales; en el 2013, recibió el Premio Sájarov por la Libertad de Conciencia, dado por el Parlamento Europeo y, en el mismo año, el Premio Simone de Beauvoir, otorgado por la Universidad Diderot de París a quienes promueven la libertad de las mujeres en el mundo. El 10 del mes en curso la galardonaron con el Premio Nobel de la Paz 2014 y a su edad, tan solo 17 años, es la persona más joven reconocida con ese premio. En su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, explicó que el premio no era solo para ella sino para los “niños olvidados que quieren educación. Para los niños asustados que quieren paz. Para los niños sin voz que quieren un cambio”. Malala con su mensaje firme de esperanza, empoderamiento, dignidad y oportunidades, procura la escolarización de todos los niños del mundo, mejorar la calidad de la enseñanza y promover la ciudadanía mundial. Expresa que “la lucha debe continuar” para sacar de la oscuridad a 66 millones de niños en el mundo sin escolarizar, 15 millones de niños explotados laboralmente, 10 millones de niñas obligadas a casarse, la carencia de dos millones de docentes y cuatro millones de aulas, cifras que obligan a que cada país haga el esfuerzo para que a finales de 2015, cada niño del planeta esté escolarizado. Para Malala la educación es el principal eje del desarrollo y ha exhortado a que se elimine la gran brecha que existe entre la educación que se imparte en los países desarrollados y los no desarrollados. Ciertamente la educación es uno de los instrumentos más poderosos para reducir la pobreza y la desigualdad y sienta las bases para el crecimiento sostenido en los distintos aspectos de la vida humana: el nivel de educación incide en las oportunidades laborales y en la mejora de los niveles de ingreso de las personas, en la promoción de los valores democráticos y la convivencia pacífica, así como en alcanzar mayores niveles de salud a través de la prevención. La importancia de este derecho universal como instrumento para el desarrollo quedó plasmada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en donde lograr la enseñanza primaria universal ocupa la segunda meta, con el reto de lograr que para el año 2015, los niños y niñas del mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria. No obstante, la Organización de la Naciones Unidas (ONU) en su balance final reconoce que, a pesar de los esfuerzos realizados, existen pocas probabilidades de lograr este objetivo en el tiempo establecido. Por esta razón, la UNESCO, a través de su Instituto para Estadísticas, ya trabaja en indicadores para una agenda post-2015, partiendo del consenso de que es necesario ir más allá del acceso universal a la educación para incrementar las oportunidades del aprendizaje y la obtención de resultados satisfactorios. En este sentido, en la Reunión sobre Educación Universal para Todos, celebrada por la UNESCO del 12 al 14 de mayo de este año, en Muscat, Omán, se proponen siete nuevos objetivos para la educación a nivel mundial para el 2030, a ser tomados en consideración en la determinación de una agenda post-2015: (i) todos las niñas y niños deben estar listos para la escuela primaria a través de la participación en programas de educación y cuidado pre-primarios, incluyendo al menos un año gratuito de educación pre-primaria, con particular atención en la igualdad de género y a los más marginados; (ii) todas las niñas y niños deben completar gratuita y obligatoriamente una educación básica de calidad de al menos nueve años y lograr resultados relevantes de aprendizaje, con particular atención en la igualdad de género y a los más marginados; (iii) todos los jóvenes y cierto porcentaje de adultos deben alcanzar un nivel adecuado de alfabetización y habilidad matemática para participar plenamente en la sociedad, con particular atención a las niñas y mujeres y a los más marginados; (iv) cierto porcentaje de jóvenes y adultos deben tener conocimientos y habilidades para un trabajo y una vida decentes a través de educación secundaria y terciaria, y entrenamiento técnico y vocacional, con particular atención en la igualdad de género y a los más marginados; (v) todos los estudiantes deben adquirir conocimientos, habilidades, valores y actitudes para establecer sociedades sostenibles y pacíficas, incluyendo la educación cívica y educación para el desarrollo sostenible; (vi) todos los gobiernos deben asegurar que todos los estudiantes son enseñados por un profesorado calificado, profesional, motivados y bien remunerado; y (vii) todos los países deben destinar al menos entre un 4 a 6 % de su Producto Interno Bruto (PIB) o, al menos, entre un 15 a 20 % de su gasto público a la educación, priorizando los grupos con mayor necesidad y fortaleciendo la cooperación financiera para educación, principalmente en los países más necesitados. En el país, la educación como elemento clave del desarrollo quedo plasmada en la Ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 (END), cuyo Objetivo General 2.1 procura alcanzar una educación de calidad para todos y propone como metas que, para el año 2030, la tasa neta de cobertura de educación en los niveles inicial y básico sea de un 100%, que la tasa neta de cobertura de educación a nivel secundario sea de un 95% y que la tasa de analfabetismo de los mayores de 15 años se reduzca a menos de un 4%. Estas metas demandan líneas de acción que refuercen el sistema educativo dominicano que, conforme estadísticas de la UNESCO, en el año 2012 habían 136,567 niños que no asistían a la escuela y 34,462 adolescentes en la misma situación, ambas cifras con un porcentaje mayor de niñas (72%) y adolescentes de sexo femenino (19%). Un punto luminoso en la gestión del gobierno dominicano es la superación del analfabetismo de 851,396 dominicanos, del Programa “Quisqueya Aprende Contigo.” El ejemplo de Malala Yousafzai en su lucha porque todos los niños del mundo tengan acceso a una educación de calidad debe llamarnos a reflexionar sobre el valor de la educación en el desarrollo de nuestros países. Mi reconocimiento a esta líder humanitaria que ha transformado la lucha por la enseñanza como la única respuesta contundente hacia la erradicación de las desigualdades e inequidades en el acceso a la educación. “Un niño, un profesor, una aula y un lápiz, pueden transformar al mundo”.

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