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De las marchas y el lazo blanco, a LAS ACCIONES

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

Soy mujer, y no he muerto en el intento de serlo integralmente. Tengo una ventaja, enorme: en mi niñez nunca oí hablar de diferencia de género en cuanto a ejercicio de derechos se refi ere. Mis imposibilidades, se atribuían a mi salud enfermiza, jamás a que por ser “hembrita” no podía hacer tal o cual cosa. Las pelas, ni hablar, los regaños eran más bien diálogos convincentes. Tuve un ejemplo práctico: mi mamá que estudió en la UASD ya casada y trabajó hasta su muerte, la recuerdo cruzando el Parque Independencia en cuya proximidad vivíamos, para ir al cine, sola, a papá no le gustaba, y al regresar, leer junto a él un buen libro. La vida, buena maestra, decidió que tenía pendiente lecciones. Me puso al frente de una familia numerosa, 5 hijos, cuando me divorcié y pasé a ser “mapadre”, responsable absoluta de producir valores de cambio y valores de uso. Trabajé hasta 15 horas diarias, al llegar a la casa, con los hijos dormidos, repasaba cuadernos para comprobar si las tareas estaban listas. Los fi nes de semana, sacábamos tiempo para “veladas”, canciones y versos, y recibir montones de amigos y amigas. Por eso fue más fácil, menos traumático, sentirme feminista por el año que se llamó “Internacional de la Mujer”: porque había aprendido a ser mujer y no morir en el intento. Pienso que porque no había tantos “feminicidios”, o no se conocían públicamente, vimos desde el principio el problema en su conjunto, hablábamos de DOMINACIÓN, exclusión, MARGINACIÓN, dándole a la violencia contra la mujer su sentido omniabarcante. Ahora, 39 años después, habiendo logrado que la ONU designara otro Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, otra fecha más en un calendario incumplido, repleto de conmemoraciones rituales, esa violencia ha llegado al paroxismo en RD, pese a que el Estado es compromisario de Belén Do Pará y el empuje feminista logró leyes, derechos de jure, muchos no aplicados. Este año, la cifra va buscando récords: 72 feminicidios, según la Procuraduría General de la República (PGR), antes de terminar el 2014. Si aplicamos los criterios de Beijing y Belén Do Pará, adicionaremos a estos crímenes las otras violencias, tormentos y vejaciones cotidianas que nos van matando por dentro, destruyendo autoestimas y dejando los peores moretones invisibles en el alma. Sé que no es fenómeno exclusivo de nuestro país, la globalización hace su efecto, el feminicidio, como la droga, la corrupción, el crimen en todas sus vertientes, aumenta sobre todo en la parte del mundo que se adhiere a su versión neoliberal. Aunque las organizaciones internacionales se preocupan por la violencia contra las mujeres, y las mujeres mismas nos organizamos y protestamos en nuestros países respectivos, la violencia de género, feminicidios incluidos, aumenta. Uno se pone a pensar, si la protesta no ha sido sufi ciente; si las bien intencionadas campañas de promoción sobre la igualdad de género no han sido efi caces; por qué el Ministerio de la Mujer no ha contado con los fondos para intensifi car su trabajo; si se han formado ya los profesores/ as encargados de formar seres humanos, dominicanos en el valor de la igualdad de género; si los programas de estudios contienen como eje transversal esa equidad. Se pregunta también, qué esfuerzo hace el Estado para supervisar los medios de comunicación (no digo controlar, aclaro por si acaso) disminuyendo el virus de VIOLENCIA no solo de género, que se difunde a través de ellos. Otras interrogantes surgen: ¿Han sido las diputadas conscientes de que nada logramos llevándolas al Congreso, si no forman una red superpartidaria para impulsar nuevas leyes contra la violencia de género? ¿Son todas las estupendas periodistas que tenemos cronistas comprometidas con su género? ¿Qué hacen las Alcaldías para participar en estas “luchas contra la violencia de Género” que parecen cobrar vida solo los 25 de noviembre o los 8 de marzo? ¿Qué medidas toma el Ministerio de Trabajo para erradicar la práctica de pagar menos a las trabajadoras? La lista seguiría, es solo una muestra de que los mejores deseos deben concretarse en acciones inmediatas. Sino, temo pasarme otro 25 de noviembre y los demás que me conceda Dios, añorando el clima sano sin prejuicios y tabúes de mi infancia, elogiándome a mí misma por cómo fui “hombre y mujer a la vez”, gritando frente al aumento de muertes de mujeres, atormentadas por las otras violencias que se guardan como en las tumbas los cadáveres en la intimidad de cada relación. Que no todas logran, como yo, sobrevivir en el intento. No quiero seguir haciendo esto. Duele demasiado. Pido que denuncias, las marchas, “lazos blancos” muevan al Estado y a la Sociedad dominicana a las acciones positivas.

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