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Tiempo para el alma

“Y Dios, que penetra los corazones, mostró su aprobación - a los gentiles- dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe”.Hch. 15: 8, 9. En los inicios de nuestra Iglesia, durante una asamblea apóstoles y sacerdotes estaban enfrascados en una “fuerte” discusión sobre los gentiles y su aceptación o no en el mundo de los cristianos. Nos cuenta Pablo en Hechos de los Apóstoles que Pedro se levantó y puso los puntos sobre las íes; les recordó que Dios no discrimina y siendo así ¿por qué, entonces, discrimina el cristiano? ¿Qué derecho hay? ¡Bingo! Esta historia nos cae como anillo al dedo. Nuestra Iglesia está llamada a la misericordia, a evangelizar respetando el origen o la cultura del evangelizado. Las demás iglesias cristianas surgidas tras la separación de Lutero, también lo están. Todos hemos de saber que la razón es de Dios y que la salvación la da Dios. Es triste ver a un protestante, por ejemplo, decir a un católico “¡arrepiéntete!” o a un católico decir que solo se salva el “católico, apostólico y romano”. ¿Quién le ha dicho que es más cristiano que el otro -y viceversa-? Respeto, aceptación, inclusión, misericordia, amor... A eso se refería Pedro.

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