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¿Repetir la reforma del 2002?

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Vinicio A. Castillo SemánSanto Domingo

En los últimos días ha surgido en la Cámara de Diputados un movimiento alentado por determinados funcionarios del gobierno para recoger firmas de legisladores en apoyo a introducir un proyecto de ley que convoque a una reforma constitucional antes de finalizar el año 2014 y que permita reinstaurar la reelección presidencial, bajo un esquema similar al usado por el Ing. Hipólito Mejía en el año 2002. En esos aprestos, colegas seguidores Hipólito Mejía en el Congreso me han manifestado personalmente que están dispuestos a apoyar una iniciativa de reforma constitucional que iguale históricamente al Presidente Danilo Medina con Mejía, repitiendo el mismo error y con los mismos métodos que éste llevó a cabo la reforma constitucional del año 2002, que le permitió presentarse como candidato presidencial en el año 2004. Al igual que ahora, en el año 2002 el escenario parecía muy favorable al entonces Presidente Hipólito Mejía. Con encuestas que le daban sobre el 60%; con el dominio del Congreso Nacional; con el control absoluto de la JCE, Mejía entendió que reformar la Constitución e intentar la reelección era en buen dominicano “un clavo pasao”. En el conteo del dominio perredeista del Congreso se dieron cuenta faltaban unos votos, que fueron captados por métodos que toda la nación conoce y la reforma se hizo realidad. La historia de lo que pasó posteriormente está ahí, muy fresca. Hipólito dividió su partido; varió su palabra empeñaba de que no intentaría reelegirse; perdió el poder y hasta hoy esa decisión ha sido la causa generadora y primigenia de las crisis subsiguientes que mantuvieron al PRD fuera de combate y profundamente dividido. Hoy algunos funcionarios cercanos al Presidente lo alientan a que recorra el mismo camino de Hipólito. El líder del PPH, según mis informaciones, le ha prometido apoyo en el Congreso Nacional a cambio de que los resortes mediáticos del gobierno lo ayuden a desplazar a Luis Abinader en la percepción pública de que va a ser el candidato presidencial del PRM. Ya esos “amarres” dieron sus primeros frutos con una reciente encuesta oxigenando a Hipólito Mejía, desplazando a Abinader. Los enemigos tradicionales del PLD, tanto en la llamada sociedad civil como en sectores del empresariado que lo han adversado de forma pública y abierta, tienen como meta dividir al PLD y fragmentar las fuerzas aliadas para el año 2016. Necesitan desesperadamente para ello reavivar los viejos conflictos entre Danilo Medina y Leonel Fernández, cuya unidad fue vital para derrotarlos el 20 de mayo de 2012. Como la reelección presidencial está prohibida por la Constitución, los intereses políticos inmediatos de Danilo Medina, presidente de la República, no están contrapuestos a los de Leonel Fernández y la posibilidad de que éste vuelva al poder dentro de año y medio. Por eso, y no por otra cosa, esos enemigos del PLD con sus adversarios políticos tradicionales están manifestando apoyo para una eventual reforma constitucional que permita a Danilo Medina intentar la reelección. Lo hacen con el deliberado propósito de crear el motivo de la confrontación directa entre Danilo y Leonel. No porque realmente exista un apoyo real y sincero de esos grupos al Presidente Danilo Medina. Uno de los motivos fundamentales del porqué el Presidente Medina ha rebasado récord histórico de popularidad de gobernantes de la República Dominicana, ha sido el eje de que los adversarios de su partido no lo han visto como objetivo o blanco de ataque electoral para el año 2016, como tampoco lo fue para el año 2012, en que el objetivo siempre fue Leonel. Un proceso reeleccionista tipo el de Hipólito en el año 2002, no sólo dividiría al PLD reviviendo viejas heridas entre Leonel y Danilo, sino que convertiría a éste de inmediato en objetivo de ataque de una oposición que ha estado totalmente quieta y tranquila durante los últimos dos año y medio. A los colegas que me han consultado en el Congreso les he hecho este análisis que hoy les hago a mis lectores. Pero les he advertido que no deben emprender ninguna propuesta formal de modificación a la Constitución sin que el Presidente Danilo Medina o los organismos máximos del PLD aprueben tal iniciativa, porque entiendo es una decisión de alta política con implicaciones muy serias sobre la unidad del partido de Juan Bosch. A ellos les he dicho también que estudien bien la Constitución antes de actuar. Contrario al 2002, no basta con una reforma constitucional en el Congreso. Habría, una vez aprobada ésta en las circunstancias expuestas, que llevarla al seno del pueblo para un referéndum aprobatorio que implica unas elecciones anticipadas en el año 2015, organizadas por la JCE, para lo cual en este momento no veo ninguna condición propicia para ello. A pesar de estos aprestos, estoy convencido que el Presidente Danilo Medina, que hizo en el pasado una doctrina muy bien articulada sobre los vicios y males que acarrean los procesos reeleccionistas, no variará su posición anterior sobre la misma y actuará con la conciencia histórica y responsabilidad partidaria suficientes para no embarcarse en una reforma constitucional tipo la de Hipólito Mejía del 2002 y en una posterior campaña de referéndum en favor de ésta. Estaré fuera por unos días y ausente del debate nacional, pero no quise partir al extranjero sin dejar constancia de mi reflexión y preocupación sobre una posible iniciativa de reforma constitucional antes de finalizar el año 2014.

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