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DE LA MISMA TINTA

Un binomio sin resolver

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FRANZ B. COMARAZAMY F.Santo Domingo

“Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi creencia en la inconsistencia del carácter humano y en lo poco que se puede uno fiar de las apariencias de bondad o inteligencia”. Esta frase, que se desprende de la famosa novela “Orgullo y prejuicio” de Jane Austen, la tomo como punto de partida por la íntima relación que resguarda con el título y con la ideología y forma de ser de muchas personas de este tiempo. Tanto el orgullo como el prejuicio, dos factores que tuvieron su luz en siglos y sociedades pasadas, hace tiempo debieron estar extintos. Sin embargo, hoy día no han disminuido su valor ni perdido sus matices, a pesar de lo mucho que se proclama sobre diversidad, igualdad, democracia y libertades. La célebre novelista jamás imaginó, que al describir en su drama romántico la lucha de clases sociales y los falsos patrones de la sociedad inglesa del siglo dieciocho, a través de esa historia de amor hilada con las ironías, desmanes y la particularidad humorística de sus personajes; retrataría para siempre aspectos y modales que aun imperan en muchas personas, de distintas esferas, y que le sirven de norte en su proceder. Ser orgullosos y adoptar una actitud prejuiciosa no se traduce más que en una posición ridícula, llena de falsedad e hipocresía. De nada sirve practicar la vida y relacionarse unos a otros influenciados por los ideales y bajo la sombra de otros por temor a no coincidir o incumplir con sus percepciones. Al contrario, es tiempo de expresar el gran sentido de ser uno mismo y actuar impulsado por lo que te dicten tus creencias, valores y sentimientos. Así como me atrevo arremeter contra todos aquellos que cada día hacen de sus vidas un acto egoísta, viciado de conductas orgullosas y decisiones definidas por el prejuicio; de igual forma debo felicitar, enaltecer y alentar, a quienes sirven de ejemplo en su paso por este mundo y van de la mano con la objetividad, la honestidad y el respeto. A todos aquellos que le dan cabida al pensamiento libre, la diversa interpretación de las emociones y la naturaleza pura de los sentimientos como punto de partida. Con estas palabras les exhorto a que piensen si todavía se atreven a seguir interpretando el frívolo personaje de indiferentes.

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