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Domínguez Brito vs Medina

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FREDDY AGUASVIVASSanto Domingo

La política es cuestión de resultados. El peyorativo mote de logia que le fue endilgado por años al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) era el producto de la percepción que tenía la gente sobre la disciplina interna, el respeto irrestricto de los métodos de trabajo y la obediencia ciega al centralismo democrático, accionar colectivo que le dio la unidad intrínseca y llevó al poder a esa organización fundada por el profesor Juan Bosch. Las tácticas que está usando el magistrado Francisco Domínguez Brito, Procurador General de la República, en el ejercicio pleno de sus atribuciones oficiales, producen una colisión aparatosa con la estrategia política del presidente Danilo Medina, aunque el magistrado, en su fuero interno, no haya querido mezclar la gimnasia con la magnesia. Notablemente, las acciones del Procurador General andan en vía contraria con las del primer mandatario, y me explico. No está del todo claro que las acciones judiciales que encamina el jefe del Ministerio Público, aun cuando tiene un expediente sustancioso en sus manos, respondan exclusivamente a su correcto proceder como guardián de la sociedad. De hecho está cumpliendo estrictamente con lo que le mandan la Constitución y las leyes. Esa es su responsabilidad y su honestidad profesional y personal está lejos de cualquier duda. Pero el hecho de que esas acciones se produzcan noventa días antes de lanzar su precandidatura a la presidencia por el PLD, hacen desviar la mirada hacia sus tácticas de campaña. Salir de sus funciones públicas montado en la cresta de una ola que él mismo ha batido, podría interpretarse como un uso oportunista de unas funciones en las que tiene dos años y con esos mismos expedientes. A su favor hay que apuntar que ha sido coherente desde que entró al puesto en la persecución de esos delitos y hasta se podría pensar que es legítimo sacar algún provecho político al costosísimo hecho de enfrentarse a un sector partidario muy poderoso, tan poderoso, que el Procurador sabe muy bien que no tiene nada qué hacer, ni posibilidad alguna, cuando el expediente llegue a la Suprema Corte, lo que hace inútil su esfuerzo. Lo preocupante de todo esto es que la agenda de Danilo Medina es diametralmente opuesta. EL presidente de la República se ha visto precisado a arriar banderas que para él son fundamentales, en aras de preservar la unidad de su partido y mantenerlo alejado de rebatiñas internas. En la aplicación de esa táctica de conciliación y respeto de los demás sectores del PLD, ha dejado en sus puestos a todos los miembros del Comité Político de diferentes tendencias, y ha evitado hacer movimientos que puedan afectar el liderazgo de Leonel Fernández, convencido de manera absoluta de que ninguna opción electoral en el partido morado puede triunfar sin el concurso de todas las fuerzas partidarias. Para los que dentro y fuera de la organización boschista andan en busca de un consenso que permita al primer mandatario continuar en el poder mediante una modificación de la Constitución, encuentran en las acciones del Magistrado Procurador General el principal valladar, porque es difícil hacer entender a la gente que Danilo Medina es incapaz de levantar un teléfono para dar instrucciones, de la índole que sea, a los representantes del poder judicial o del ministerio público. Pero la persecución de Domínguez Brito contra el principal hombre del presidente Fernández es presentado por su gente como una acción de guerra en su contra y enfilan sus cañones contra Danilo. No es posible hacer pasar la reelección de Danilo sin la aprobación, aceptación, colaboración y entusiasmo del presidente Leonel Fernández y sus seguidores y ahí es que toma importancia suprema el obstáculo que representan las acciones de Domínguez Brito en contra de ese grupo. El mismo Procurador debería incluir en las sumas y las restas de su proyecto político que el PLD tiene garantizado el triunfo electoral, pero sólo si acude, como siempre, con una unidad monolítica que no pueda ser derrotada por sus opositores. Por más posicionamiento social que le dé su lucha contra la corrupción, en un país donde la población parece no preocuparse en demasía por ese tema, de acuerdo a todas las encuestas publicadas; el Procurador debería tomar en cuenta que antes de ser balotado en un proceso electoral, deberá ganar unas primarias internas en las que las fuerzas se encuentran muy polarizadas entre Leonel y Danilo. Si el Leonelismo le odia y le repudia, y el Danilismo lo ve como el culpable del impedimento de la reelección del presidente Medina, ¿con cuáles fuerzas pretender ser el candidato del PLD? ¿Sólo con las suyas? Las tácticas políticas, veredas por las que nos desviamos en busca de llegar más rápido al objetivo primario, sólo son válidas y útiles si nos acercan al fin estratégico. Si se convierten en retranca para nuestros fines, sencillamente son ilusas, quiméricas, y no llevan a ningún lugar. Más por el contrario, las tácticas mal aplicadas, se convierten en un laberinto del que nunca se podría salir. La colisión entre las tácticas de Domínguez Brito y Danilo hacen daño a ambos. Si de alta estrategia quisiéramos hablar, el Procurador debe ver más allá de la curva y pensar en que si el impedimento de la reelección es el producto de un choque violento entre las dos grandes fuerzas políticas dentro el PLD, el líder único del danilismo podría verse tentado a mirar hacia su fila de seguidores para auscultar entre ellos a alguien con verdaderas potenciales presidenciales. Si yo fuera Domínguez Brito me gustaría estar sentado en el banco hacia dónde mirará el manager morado para escoger un bateador designado de poder.

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