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VIVENCIAS

Una vida consagrada

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Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

Escribo esta vivencia excluyendo cualquier “interés” que pueda influir para referirme a una persona que merece un cariño muy especial, por su entrega a la vocación por la que decidió optar. Digo sin interés, porque me obsequia unos dátiles que no tienen punto de referencia y que junto al casabe son mis alimentos preferidos. Me refiero a un querido amigo sacerdote José Isidro Guerrero Macías (Padre Chilo) obispo de Mexicali, México, a quien conozco desde hace algunos años y con el cual recientemente compartí la Eucaristía, celebrada el 12 de octubre en la capilla ubicada en su residencia en Mexicali. La lectura de ese día correspondía al domingo XXVIII del Tiempo Ordinario e hizo una introducción en la homilía que me pareció interesante. Decía el Padre Chilo, que hay tres pecados que nunca confesamos o que olvidamos confesar: lo que omitimos, lo que no hacemos por negligentes y la falta de caridad, esto es, el amor. La omisión, porque no hacemos el bien que debemos hacer; la negligencia, porque pudiendo hacer el bien no lo hacemos; y la falta de caridad que es la respuesta que debemos dar a todo aquel que esté cerca de nosotros. Agregaba, que la justicia divina de Dios no espera, por lo que, esta llega inexorablemente por más que la retardemos. Estas palabras, precisas y bien hilvanadas, van acorde con la personalidad del Padre Chilo, quien tiene la virtud de abrirse a los demás presentándose con humildad y sinceridad a imitación de Jesús. En esta nueva visita a Mexicali, comprobé una vez más, que el Padre Chilo es un sacerdote que tiene un criterio bien definido de su labor pastoral, es cauto al expresar sus ideas, tiene la virtud de la escucha, es sincero y cercano al extremo, no transige con lo mal hecho, como tampoco hace exhibición de su liderazgo eclesial. Ese día que pasamos con el Padre Chilo, fue enriquecido con la presencia de una amiga muy querida, también de Mexicali, Juanita Pérez, que como colofón nos recordó que la vida es como una escalera con sus peldaños, hay que subirlos uno a uno.

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