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PUNTO DE MIRA

Sabotaje de partidos

En los años 70 el poder del Partido Reformista desfallecía. El doctor Joaquín Balaguer lucía agotado y sus amigos de siempre se retiraban. Hasta los norteamericanos marcaban distancia. En ese colectivo que lideraba no había relevo porque él se había encargado de liquidarlos comenzando por Augusto Lora quien había sido catapulta para que llegara al poder en 1966. Frente a este Balaguer desfalleciente y cargado de años se levantaba el PRD como líder de la oposición aunque un tanto debilitado por la ruptura con el profesor Juan Bosch quien había fundado el Partido de la Liberación Dominicana con madera perredeísta. El PLD, aunque se quedó con el local que pertenecía al PRD, era una agrupación organizada con cuadros marxistas que tenían como misión la liberación nacional. El tema electoral sólo era un pretexto para exhibir su visión política, contrario al partido blanco que competía por el control de la presidencia de la República. Aún el país vivía el antagonismo de post guerra y los balaguerista se agarraban con uñas y dientes al poder. Todo tipo de tretas y recursos eran empleados. Desde el crimen descarado, el populismo desembozado, al soborno y fomento del transfuguismo para sustentar la reelección del anciano líder. El país aún era básicamente rural y empresarios políticos como Antonio Guzmán trabajaban sus aspiraciones con permanente contacto con los dirigentes de provincias. Jacobo Majluta era un dirigente metropolitano y Salvador Jorge Blanco un abogado citadino de Santiago. En el PRD se decía que debían presentar un candidato con poco olor al radicalismo, lo que alentó la candidatura del jurista. En una competencia convencional Majluta, a cambio de la vice presidencia, apoyó a Guzmán contra Jorge Blanco lo que fomentó las ojerizas de éste contra los dos constituyéndose en líder de la oposición, porque el reformista estaba alicaído. Esa disparatada lucha interna creció. Desde el entorno de Guzmán, los que querían su reelección, fomentaron el descrédito de Majluta, calumnias que eran fertilizadas por los seguidores de Jorge Blanco. Hasta José Francisco Peña Gómez se involucró en esa diatriba. El PRD ganó también con la candidatura de Jorge Blanco pero un terreno que parecía fértil para que ese partido tuviera muchas cosechas presidenciales fue contaminado por las intrigas y la difamación. El mal manejo de la lucha interna saboteó el tractor blanco. Algo así está aflorando en el PLD.

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