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Leonel y Estados Unidos

El ex presidente Leonel Fernández es objetivo de ataques de sectores conservadores de los Estados Unidos que patrocinan en Republica Dominicana esfuerzos para descalificarlo por haber afectado como gobernante intereses geopolíticos de la potencia norteamericana. Son puntuales e históricas las causas del financiamiento y auspicio de una parte de las acciones y críticas contra el presidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), a quien no debe considerársele exonerado de rendir cuentas de sus gestiones gubernamentales dentro de las reglas institucionales del sistema político dominicano, hasta ante la justicia si es necesario. Tomó decisiones opuestas a la política exterior estadounidense respecto a Cuba, Palestina, Venezuela, Brasil , Honduras y Libia, entre otros países objetos de debates de política internacional en la que Estados Unidos procura influir para defender sus intereses. En la sociedad dominicana, con muchos cuestionamientos al ex presidente Fernández, hay protestas constantes contra el líder político de parte de sectores sanos e indignados por la discrecionalidad de los administradores de recursos públicos en la inversión, muchas veces sin tomar en cuenta la prioridad de necesidades de la mayoría del pueblo. El ambiente adverso al presidente del PLD, sin analizar que sea culpable o inocente de las ilegalidades que le atribuyen, es aprovechado como terreno fértil para invalidarlo como activo político que pudiera volver al gobernar afectando los intereses geopolíticos estadounidenses. La actitud en contra de Fernández en esferas de poder político y económico de Washington comenzó en su primer gobierno 1996-2000, cuando reestableció relaciones diplomáticas con el gobierno comunista de Cuba y recibió en visita de Estado al líder de la revolución cubana, Fidel Castro. Durante ese mismo periodo, fue el único jefe de Estado que recibio en la sede de gobierno al entonces candidato presidencial venezolano Hugo Chávez, a quien ayudó en la logística de campaña electoral, contraviniendo deseos del “establishment” en la nación estadounidense. El contraste, una vez salido del poder Fernández, comienza con un Presidente, Hipólito Mejia, muy coincidente con las pretensiones de los Estados Unidos; que envío tropas militares dominicanas a la guerra contra Irak y en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobó el embargo económico contra Cuba, rechazó aceptar a Palestina como miembro observador en ese conglomerado y validó casi todas las propuestas del imperio del norte. Fernández retorna al poder y fortalece la integración y cooperación entre países en vía de desarrollo de centro y sur America y el Caribe, en el entendido de que así pueden lograr mejores resultados para los intereses homogéneos, además de que Estados Unidos tiene otras prioridades en su política exterior superiores a las aspiraciones de la región. Golpeo donde duele, en los bolsillos”, a uno de los sectores más importantes de la economía estadounidense, la industria de armamentos, cuando Republica Dominicana compró a Brasil aviones de combate Supertucanos para perseguir el tráfico de drogas en su espacio aéreo, echando a un lado el tradicional mercado de compras dominicanas de esos productos. La actitud antileonelista en ámbitos de poder estadounidenses se reflejo también cuando medios de comunicación escritos y electrónicos plantearon la ilegalidad del déficit fiscal, mientras en su país se habla de “abismo” sin sugerirse procesamiento judicial contra el Presidente. Frente a la desidia estadounidense durante el golpe de Estado contra el entonces presidente del hondureño Manuel Zelaya, del grupo de líderes contestatarios de la potencia del norte, Fernández condenó la acción antidemocrática, participó activamente en la solución del conflicto, rescató de una embajada donde estaba asilado el mandatario derrocado y lo acogió en Santo Domingo. Se reunió en Libia con el después entonces líder de ese territorio del denominado Movimiento de Países no Alineados (NOA), Muammar Gadafi, quien mantuvo fuertes confrontaciones con Estados Unidos, aunque luego establecer relaciones diplomáticas hasta terminar ejecutado en una revuelta aupada por sectores del poder estadounidense. En su tercer periodo gubernamental, el último acto trascendente de desafío a los lineamientos de Estados Unidos en el desarrollo de la política internacional, fue recibir en Republica Dominicana al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas y mantener la línea de votar favorablemente a la entrada de ese país como observador no miembro en la ONU, lo cual ocurrió este año. Esto se produjo horas después de llegar a Santo Domingo, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien se quejo ante el presidente Fernández en el Palacio Nacional, de esa visita del líder palestino, lo cual no desalento al mandatario dominicano a continuar con su postura.

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