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PUNTO DE MIRA

Agradable pesadilla

Desde que entramos lo supimos. Estábamos en el lugar que buscamos en Internet. Una ele con mesas simétricamente alineadas le daban forma al restaurant. Nos asignaron una hilera al fondo para acomodar la tropa que llegaba en busca de comida criolla. La música atronaba el ambiente. Los bajos de las bocinas nos golpeaba el pecho. Barajamos la posibilidad de marcharnos pero quizás por el mismo ruido que nos impedía escucharnos nos fue imposible ponernos de acuerdo. La agradable camarera trató de complacernos, disminuían el volumen pero al ratito era estridente. La emblemática Presidente fue recomendada para diluir el escándalo. La comida estaba muy buena. Comer con nostalgia es el mejor sazón. “La Güira y Tambora Restaurant”, aquí en Boston llenó nuestro reclamo primario, pero la música seguía estridente. En algún momento pensamos usar los móviles para “wasapearnos” entre el grupo. Estamos sentados muy cerca de una torre de bocinas. La música era del agrado de la parroquia que a todas luces era dominicana. Merengue, salsa y bachata. Contagiosa. Seguíamos los compases con los pies, pero sentados, porque no se permite bailar. Al marcharnos vimos en el parqueo un letrero que advertía que por respeto a los vecinos no se debía escuchar la música en alto volumen. Recordé un cartel leído tiempo atrás en la puerta de un bar: “No aceptamos borrachos. Los fabricamos aquí”.

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