Ignorémoslos

Los familiares del dictador Rafael Leonidas Trujillo quieren espacio en el pais. Los amigos de los parientes del dictador los apoyan. Quienes sufrieron en carne propia y los que pensamos que vivir en democracia no tiene precio rechazamos que esa ignominia pueda recuperar terreno. Quienes lucharon contra la tiranía lo hicieron porque el sátrapa y sus adlatares no permitían el libre pensamiento, la libre expresión y masacraban al que osara contradecir sus disposiciones e ideas. Si esa fue la causa de la lucha, entonces no tiene sentido que hoy querramos silenciar a voces aisladas y mediocres que pretenden levantar el trujillismo como consigna o como estandarte de lucha. Creo que lo correcto y apropiado es que quienes pretenden sacar de la tumba las cenizas e ideas del torturador más feroz que tuvo nuestra América sigan su camino. Hay que saber que son menos aquellos que quieren que otra vez este país caiga en manos de parien- tes del más grande torturador que dirigió el gobierno que impuso más sangre, terror, violaciones, crímenes y destrucción. Los que deseamos la democracia, la paz la libertad de pensamiento somos más. Por eso creo que este país no se dejará nuevamente pisotear por gente como los parientes del dictador o sus allegados, que hoy se presentan como defensores de ese régimen. Solo pido ignorar sus acciones, sus declaraciones, sus actividades. A esa tarea deberían sumarse los medios de comunicación, no difundiendo sus actividades. Pero no podemos oponernos a que hablen, es su derecho y por eso lucharon quienes ajusticiaron al tirano sangriento. Nosotros debemos ignorarlos y no consumir sus declaraciones. Debemos dejar que sigan lavando sus manos con la sangre de su pariente. Que le siga doliendo la tortura infringida a miles de dominicanos sacados del seno familiar y asesinados en cañaverales, calles, iglesias y hasta en el Palacio Nacional. La lucha por la libertad no puede revertirse. No podemos querer hoy imponer lo negativo por lo que se luchó en el pasado. No lo permitamos. Ignoremos a esos amantes del cobre y la sangre, que con el dinero robado por Trujillo y pretenden revivir la llama destructora de sus ideas.