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PUNTO DE MIRA

Caamaño es símbolo

Francisco Alberto, como diría Chico González, no es huesos ni ADN. Caamaño, el de Abril, es un girón de la historia. Una acción del momento concreto. El líder constitucionalista sintetiza la rebeldía, el honor, el valor y decisión de los dominicanos. El acuerdo de llevar su memoria al Panteón de los Inmortales es homenaje a la gesta en él y con él. La cara de Presidente del 65 que guardan las fotos de la época, ese congelamiento del tiempo y el espacio, es lo físico que mantendremos para todo lo porvenir. El aporte del general Pou, de que a Caamaño le quemaron y esparcieron sus cenizas, lo creo. Pero realmente al combatiente no lo mataron, lo inmortalizaron. Se aclara la historia. Se sabe cómo fueron sus últimos momentos. Traspasa el secreto de los nombres de sus ejecutores como el fondo oscuro que no cubre la pintura blanca. En ese momento el combatiente herido que enfrentó a sus verdugos era un hombre, los disparos que apagaron sus últimos resuellos lo convirtieron en leyenda. Los restos que se dicen que son, serán o no serán, pero son. Estamos frente al símbolo. El nombre del hombre. La epopeya. Nació el mito. Periódicamente la historia sale a buscar desesperadamente los nombres que vestirá con su ropa de inmortalidad. Unos serán héroes, otros los villanos. Absolutamente todos en algún momento emprenderemos el viaje obligatorio, unos en alas de multitud y otros con el oropel del escarnio que el tiempo llenará de hollín. Caamaño estará en el Panteón Nacional. Otros, no lo sé.

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