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ORLANDO DICE

El oportuno discurso del presidente Danilo Medina

OBLIGADO A HABLAR.- El presidente Danilo Medina fue casi obligado a hablar, aun cuando tenía en agenda hacerlo al cumplirse los cien días de su gestión. La razón del apremio era que la calle estaba soliviantada y era necesario sosegarla como elemento de gobernabilidad y en previsión de acontecimientos mayores. La cuestión resultaba interesante, ya que la protesta no era tanto en contra de su propio desempeño como de su antecesor Leonel Fernández. Se temía que como ocurre en los estadios de pelota, un foul fuera a dar a las gradas y golpeara a quien como en su caso contemplaba el juego. Era por tanto importante que pusiera distancia, pues lo pequeño se hace grande, y lo grande provoca cataclismos. Además, de que se levantaban voces interesadas que llevaban a creer que Fernández era la excusa y que el verdadero objetivo era Medina. Habló, y como siempre sus opositores se disputan cuál tiene la salida más graciosa. Cuando la verdad que no había mucho de donde coger o de donde dejar. El mandatario no podía decir más de lo que ha hecho, y sin cien días no da para mucho... CHARLAS AL FUEGO.- La alocución, sin embargo, sirvió para conocer la dinámica de su administración, pero sobre todo su disposición de que sea “una rendición de cuentas permanente”. Lo cual recuerda las charlas junto al fuego o chimenea que caracterizaron el primer gobierno de Franklyn Delano Roosevelt, y que constituyeron una forma nueva de liderazgo durante la crisis norteamericana de los años 30. No obstante, esta modalidad de dialogar frecuentemente con la sociedad parece una decisión personal del presidente Medina y no una política de Estado, pues el trabajo de los encargados de las informaciones oficiales deja mucho que desear. No solo se trata de las escapadas del mandatario los fines de semana, sino que ese retraimiento o falta de control pudo comprobarse con el mismo discurso. Cuando los medios lo anunciaron como primicia, y la ocasión era lógica y la circunstancia única, se produjo un desmentido. Nadie todavía da con la razón, pues no se sabe hasta ahora que ese adelanto afectara una estrategia prevista para producir impacto en la población... CONTUNDENCIA Y SEVERIDAD.- El mensaje presidencial del pasado martes (martes, este día se está convirtiendo en el principal de la semana, políticamente hablando) fue oportuno por sus reiteraciones y ser una especie de recapitulación de los discursos de campaña y juramentación. Eso de “gobierno moral, sin abusos y sin privilegios”, no es un concepto para dejarlo tirado en el camino cuando se asume como un ejercicio cotidiano de poder, pues nunca se fue tan contundente en la advertencia y tan severo en la sanción: El funcionario que faltare al Código de Pautas Éticas no solo será destituido, sino que deberá responder de lo impropio ante la justicia. La queja anterior era que Leonel Fernández dejaba hacer y deshacer a sus subalternos, dando la impresión de que cada cual dirigía una pequeña república. De ahí que las denuncias de los medios o las acusaciones de sectores eran como agua pasada por molino: no alteraba la vida institucional. Ahora se anda con las manos puestas en la cabeza, lamentando el déficit fiscal, pero se olvida que también hubo déficit de autoridad. Y que de esos aguaceros provienen estos lodos... EL CREDO Y LA PALABRA.- Si el presidente Danilo Medina comparece frecuentemente ante la Nación, y en cada ocasión hace memoria de sus promesas, no habrá manera de que olvide sus compromisos. La mejor definición de Democracia, la de Lincoln, de “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, no podría tener mejor concreción si el flamante mandatario se somete a su propio credo. Dijo que “un gobierno democrático debe tener, como práctica, el diálogo franco con la sociedad”. Pero algo más. Entiende que el diálogo debe ser “rutina”, pero igual “transparencia, intercambio de ideas, renovación de compromisos, y de forma concreta, una rendición de cuentas permanente”. Esa es la credencial, la tarjeta. Ahora falta ver si lo ideal se convierte en realidad. Si tan hermosos propósitos pueden hacerse tangibles y provechosos. Pues a veces se hace difícil creer que sea verdad tanta belleza. Y recordar que hace cosa de seis meses la dinámica de la administración era otra, y que la frecuencia en el hablar no era la norma. Leonel Fernández fue durante sus gobiernos un extranjero en su propia tierra...

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