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MUCHACHOS CON DON BOSCO

Dime qué valores tienes y te diré lo que vales

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Juan Linares, SdbSanto Domingo

Dime cuál es tu escala de valores y te diré lo que vales. La riqueza fundamental del ser humano reside siempre en la persona y nos viene dada por los valores que poseemos, ese es nuestro gran tesoro, y la mejor riqueza de una sociedad se encuentra en los valores que la caracterizan. La educación en valores es, consecuentemente, la más importante tarea a realizar en la sociedad humana. En ella está la fuente, tanto del progreso como de la felicidad. La pérdida o la crisis en valores es la mayor de las pobrezas que puede padecer la humanidad, pues la ausencia de valores desemboca en un sinsentido de la vida de las personas y de la historia de los pueblos. Cuando aparece una crisis en valores, ésta se convierte en la fuente de otras muchas crisis, siendo en el fondo la causante de ellas. Los valores son aquellos bienes universales que pertenecen, en primer lugar, a nuestra naturaleza como personas y que nos ´humanizanª porque mejoran nuestra condición de personas y perfeccionan nuestra naturaleza humana. Si no descubrimos lo que somos, tampoco descubriremos los valores que nos convienen. Cuanto mejor percibamos nuestra naturaleza, tanto más fácilmente percibiremos los valores que le pertenecen. Nuestros valores corresponden a los distintos niveles o dimensiones que tiene nuestra vida. El ser humano al tener una naturaleza, además de terrenal, sobrenatural es portador de “vida eterna”. Por tener una dimensión sobrenatural, buscamos de forma natural la trascendencia. Fuimos creados para ir más allá de nosotros mismos, para tender hacia arriba, hacia el Absoluto. San Agustín expresó esta verdad justo al inicio de su libro Las Confesiones, donde dice: ´Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en tiª. Nuestra trascendencia como seres humanos es lo que da sentido y significado a nuestra vida sobre la tierra. Si el ser humano cultiva los valores religiosos es porque ellos corresponden a la verdad más profunda de su ser. Por eso, cuando hablamos de valores, es fundamental hablar de la escala en que colocamos dichos valores, pues la jerarquía de valores es de una gran importancia para lo que es esencial, para saber vivir de cuerdo a lo que somos. Todos podemos comprobar cómo el amor, la ternura, la convivencia, la solidaridad, el trabajo creador, la participación en una fiesta, la oración han adquirido una intensidad diferente y, entonces, hemos sentido el gozo de vivir y desde lo profundo de nuestro ser, nos hemos dicho a nosotros mismos: “esto es vida”. Cuando nuestra vida está fundamentada en la auténtica escala de valores adquiere una calidad y profundidad nueva y llega a ser una vida que pertenece al mundo definitivo. Es una vida que no puede ser destruida ni por una enfermedad, ni por un accidente en el cruce de una carretera. Es una vida para siempre.

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