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ORLANDO DICE

El gobierno deja al azar las reacciones a su paquete fiscal

CONFIARSE AL AZAR.- Joan Manuel Serrat fue haciéndose con los años más profundo, y de poeta de la cotidianidad deviene en un pensador que supera las circunstancias y se hace verdad fuera del escenario. “Es caprichoso el Azar” escribió y va por doquier cantando su composición como si fuera una enseñanza de vida. Incluso, de vida política. El gobierno debió haberla aprendido y dejó al azar las reacciones a su paquete de medidas. Era previsible que sectores diversos se opusieran y que intentaran en la calle lo que no lograron en instancias como el Consejo Económico y Social o no podían en las cámaras legislativas. La buena suerte existe, pero no es una categoría y menos puede confiarse en ella cuando las situaciones son de conflicto, o forzadas, buscando provocar las peores consecuencias. Salió bien librado de los parques y de los alrededores del Congreso Nacional, pero no de la UASD, que siempre fue y sigue siendo un foco de insurgencia, o social o política. Se quiere ver como cosa de muchachos, pero la verdad que no. Los adultos tienen la última palabra.. LA FALLA POLÍTICA.- Un estudiante muerto y varios agentes –oficiales y rasos– con su carrera fracasada, y todo por un imprevisto. Cuando el problema es de orden público la Policía Nacional se basta y se sobra. Sabe lo que tiene que hacer y lo hace en el ámbito de sus atribuciones. Sin embargo, cuando de por medio hay otros elementos, o la suma de los factores supera el producto, la represión sobra y la política se hace necesaria. No podía enviarse una unidad a la UASD sin las advertencias de lugar o sin medidas extraordinarias. Los resultados fueron indudables: si se dispara a una masa ñ sin ningún tipo de control ñ lo menos que puede producirse es un muerto, a menos que los uniformados tengan mala puntería. Se hace sospechosa la forma apresurada, pero sobre todo ligera, con que se quiere tapar el hoyo fúnebre. Como si aplicaran el viejo refrán, por demás irrespetuoso, de que “el muerto con tierra tiene”. No hubo que dar muchas vueltas para dar con el culpable, aunque en un principio se intentó uno de esos conocidos encubrimiento. Se quiso jugar el albur de los videos, pero estos hicieron una trastada... ENTRE CULPABLES.- La intención primera fue echarle el muerto al raso que disparó, pero como lo mucho hasta Dios lo ve, ampliaron la investigación y las consecuencias alcanzaron a los demás miembros de la patrulla, incluyendo a su comandante. La institución se dio cuenta de que no podía andarse por las ramas, y que eran muchos los riesgos, pues el presidente Danilo Medina fue más que claro, contundente. La solidaridad entre compañeros no era posible, y era mejor andar rápido y no ponerse a inventar responsabilizando a terceros. Todas las maniobras son posibles, pero solo si forman parte de una estrategia general, y lo ocurrido fue tan imprevisto, que al producirse la desgracia, se dieron cuenta de que no contaban con un vocero que hiciera un trabajo eficaz. ¿Cómo se explica que un oficial que fuera encargado no hace mucho de un departamento clave, lo llamaran con prisa para que diera la cara y arreglara el problema de cara a la opinión pública? Igual, hay que preguntarse porqué el PLD apareció en escena reclamando la afiliación del estudiante víctima... ENTRE BANDERAS.- La Policía Nacional se dio cuenta de que su desenfreno en la UASD, ocasionando la muerte de un estudiante, cambiaba el sesgo de la lucha y le daba gabela a la calle. La reivindicación se bastaba por sí misma, pero con un muerto la lucha era más provechosa. En vez de una bandera, se levantaban dos. Y quienes no asumían la primera, podían hacer suya la segunda. De ahí que la intervención política fuera oportuna. El PLD se dio cuenta del nuevo escenario y de que no debía descuidar el aspecto político. Que los oponentes de la Reforma con un mártir ampliaban el espacio de la protesta y de que el féretro podía tener efectos mágicos. Por ejemplo, contagiar a otros núcleos de la sociedad y que se diera la impresión de que las medidas eran impuestas a sangre y fuego. Al decir que William Florián Ramírez era peledeísta, incluyendo sus familiares más cercanos, los interesados en usarlo como portaestandarte tenían que pensarlo dos veces, pues podrían ser desautorizados. La política, cuando no evita las consecuencias, sabe cubrir las apariencias...

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