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Los consejos de mi abuela

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Silvio Herasme PeñaSanto Domingo

Todos hemos tenido abuelas o abuelos en nuestras vidas y esos seres queridos normalmente entrenan a los vástagos en cuanto a percepciones y consejos que se constituyen en lemas de vida; nuestros cerebros traen esas frases lúcidas al presente cuando se presentan situaciones que nos la hacen recordar. El caso que deseo referir hoy, he recordado aquellas expresiones que mi abuela afirmaba, como referencia de vida, que “nadie se saca tripas para echarse basura… y aquella otra que recordamos casi todos los días: “cuando malaya llega, llega en caballo cansao”. Un tercer aserto establece una premisa deprimente porque reza: “nunca creas en personas con barriga adelante; solo debes creer en gente con la barriga en donde va a la espalda”. Es decir en nadie. Con esta última sentencia ella hacía notar que cuando las dificultades llegan es difícil superarlas, porque “el caballo en que vinieron, debe esperar que se recupere, no antes. El tema viene a cuento ahora que ante las dificutades en el PRD para unificar posiciones con respecto a la elección de los jueces, de las llamadas “Altas Cortes” y por el “affaire” de Franklin Frías en el departamento de Cómputos de la Junta Central Electoral. Ambos casos han evidenciado el alejamiento, divorcio podría decirse, del ingeniero Miguel Vargas Maldonado y el también ingeniero Hipólito Mejía, candidato presidencial del mismo partido. Hipólito -con la ayuda de quien sea- ganó la convención nacional perredeísta para nominar el candidato presidencial de ese partido para las elecciones del próximo 20 de mayo. Entre competidores de buena fé el deber obliga y usted no podrá revertir nunca lo que se votó y se definió en la convención del 6 de marzo, a menos que usted pudiera elaborar un “dossier” que aporte pruebas que nulifiquen los resultados de la Convención debido a prácticas “corruptas”. Miguelito no advirtió que no fue por casualidad que Hipólito auspició que Enmanuel Esquea, Hugo Tolentino y doña Milagros Ortiz Bosch, fueran los únicos integrantes de la comisión que organizara la convención ya citada. Creyendo más bien “en el huevo de la lechuza” Miguelito admitió competir con un padrón abierto que le daría oportunidad a los otros partidos a intervenir en las votaciones internas. Si usted le echa un vistazo detenidamente a la votación general de la Convención, por ejemplo Higu¨ey, usted vería la enorme diferencia entre los votos del PRD, la Convención y el resultado de las votaciones del 2010. Miguelito pasó con fichas y se ha disgustado más allá de lo razonable. Parece no comprender que su futuro político -y yo asumo que lo tiene, o que lo aspira-, pasa por los resultados de las elecciones próximas. Su posición ante el incidente del departamento de cómputos de la JCE resultaba solo anecdótico frente a la carta última en donde dice que “no objeta a nadie para ser electo en las Altas Cortes del poder judicial. Desautorizó al departamento jurídico del PRD que se supone -si no estamos locos- que responde a instrucciones de algún interés de ese partido que si no es Miguelito y sus gentes, lógicamente se le debe atribuir a la gente de Hipólito. Porque de lo que se trata es que si no es uno, es el otro. Y eso que ni siquiera se ponen de acuerdo para disentir si no que lo discuten públicamente para “cavar” el futuro inmediato de su contrincante con miras a los comicios. Miguelito parece no entender que pese a las impertinencias internas, debe cuidar la imágen del partido de Peña Gómez. Y por donde va hasta ahora “no hay vida” con esos arrebatos. Se está dejando la impresion pública de que el PRD no se arregla y que disquisiciones e inconsecuencias de 1984 aún se mantienen y su presencia se convierte en el “geniesillo” del mal que no le da sosiego a la concordia y la unidad de propósitos. Ese no es el camino. Ese partido que debe ser una institución democrática ejemplar para el país, se podría convertir en lugar de inmolaciones o sacrificios como una plaza azteca. “Nadie se saca las tripas para echarse basura…”. “Cuando Malaya llega, llega en caballo cansado”, lo decía la abuela quien lo aprendió de sus propios abuelos, y así ha sido siempre y el que no aprende, como decía Font Bernard “a comerse un tiburón podrido”, no puede estar en política”… “No solo se debe atender el hoy, sino pensar para el mañana”.

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