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TIERRA ALTA

Cuando la prensa haitiana provocó a Trujillo

En 1930 asume el poder en República Dominicana el general Rafael Leónidas Trujillo Molina, tras derrocar en una turbia maniobra a su protector, don Horacio Vásquez Lajara, viejo general de la montonera, que antes de la invasión norteamericana de 1916 había sido protagonista de las principales revueltas que marcaron los conflictos bélicos del país en la era de las guerras civiles. En Haití gobernaba en 1930 el doctor Louis Eugène Roy, con quien el presidente Vásquez había mantenido excelentes relaciones, al punto de que ambos pudieron concluir definitivamente el Tratado de Paz Amistad y Arbitraje, que preveía las delimitaciones fronterizas. Por la parte materna, Trujillo era nieto de Erciná Chevalier, dama de origen haitiano, de gran prestigio en la región Sur. La actitud de Trujillo frente al pueblo y a los gobiernos haitianos es tan enigmática y complicada que a tantos años de su muerte, nadie puede descifrar qué designio lo guió a las tantas maniobras que jugó en sus primeros años de gobierno frente al país vecino. Lo cierto es que entre sus grandes logros estuvo la firma en 1936 del protocolo de revisión del Tratado de Frontera de 1929, que le dio vigencia a las estipulaciones y selló para siempre la delimitación de la demarcación territorial. Trujillo mantuvo excelentes relaciones con el presidente Sténio Vincent, quien sucedió al presidente Roy. Ambos presidentes se encontraron en el mes de octubre de 1933 en la población haitiana de Juana Méndez, y el dos de noviembre de 1934 el presidente Trujillo visita Puerto Príncipe, donde fue recibido con grandes honores. En febrero de 1935 Vincent visita durante tres días la ciudad de Santo Domingo, donde ambos mandatarios acuerdan poner fin a la controversia fronteriza. En 1936 Trujillo visitó la población fronteriza de Velladero (Departamento Central) y ese mismo año, el 15 de mayo, visitó de nuevo Puerto Príncipe, en la fragata Presidente Trujillo. “Todas las actividades, en términos de las relaciones con Haití, eran el resultado de un plan cuidadosa y minuciosamente elaborado por Trujillo y sus más cercanos colaboradores, convencido que a la larga el régimen tendría serias dificultades con Haití”, dice el doctor Euclides Gutiérrez Félix, en su libro “Trujillo: Monarca sin Corona”. No sé qué habrá pasado, pero durante la administración de Vincent la prensa haitiana reporta la presencia cada vez más numerosa de exiliados dominicanos en territorio haitiano, y en 1931 esa prensa se presenta hostil frente a Trujillo, que lo califica ya de dictador. Veamos esto: “El presidente Trujillo quiere que Haití expulse a los dominicanos refugiados en nuestro territorio. Haití siempre ha sido solidaria con las víctimas del despotismo. Y estamos persuadidos que nuestro gobierno le prestará toda la protección necesaria” (Haiti- Journal, Número 326, 1931). En el número 97, de enero de 1931, el periódico Le Pays publica un comunicado de un grupo de periodistas haitianos que protestan por las pretensiones de Trujillo para que sea castigado el periodista Jean Pirre Audain, del Haiti Journal, por haber denunciado abusos del régimen contra opositores dominicanos. Hay decenas de escritos de parte de la prensa haitiana en contra de Trujillo que nos hacen suponer que éste, ególatra enfermo y que no perdonaba a sus enemigos, fue provocado por los periodistas del vecino país, que, en su legítimo derecho, denunciaban los actos de barbarie que pasaban de este lado de la isla, en momentos en que en Haití – la verdad hay que decirla - vivía una prematura democracia. En 1932 el periodista Stephen Alexis (padre) le pregunta a Trujillo si él tiene intención de invadir a Haití, debido a que la prensa haitiana se está haciendo eco de la gran armada que se está formando en República Dominicana, y la respuesta del dictador no se hizo esperar: “Yo tengo muchas cosas dominicanas que soñar para pensar en molestar su país. El gobierno haitiano y el mío encontrarán una fórmula para salvaguardar todos los derechos e intereses”. En 1937, entre el 2 y el 3 de octubre, un rumor cruza montañas, valles y cordilleras. Una terrible masacre habría tenido lugar en las comunidades dominicanas de la frontera en contra de inmigrantes haitianos que allí habitaban. Fue entre el 10 y el 11 cuando el asunto dejó de ser un rumor y la prensa internacional se hizo eco de la situación, mientras el gobierno dominicano se defendía, argumentando que se trataba de riñas entre campesinos, por cuestiones de robo de ganado. En noviembre Vincent apela al presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, y Lázaro Cárdenas, de México, para mediar en la crisis. Todo termina con un acuerdo en el que Trujillo y su gobierno se comprometen a pagar 750,000 dólares como indemnización por las víctimas de la masacre, que costó miles de muerto. Creemos que ese genocidio, que muchos desalmados quieren justificar, lo único que hizo fue colocarnos como verdugos en los foros internacionales y conducirnos a un sopor de irresponsabilidad en las relaciones dominico-haitianas. Ni paró la migración ni evitó el cruce entre haitianos y dominicanos en la frontera. Deben saberlo los agitadores, enemigos de la paz y promotores de la barbarie en Haití y en República Dominicana.

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