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María Celeste Cuevas

La “geniecita” de casa

Cuando María Celeste sonríe, despierta alegrías en toda la casa, en el barrio. Sus amiguitas acuden a ella en busca de ayuda para hacer la tarea. Los vecinos no dejan de admirarse con la inteligencia y la conducta de “la pequeña biblia” y su madre, Charo Holguín, da gracias a la vida por haberle otorgado tan valioso tesoro. “Es la geniecito de la familia”, dice la progenitora con el rostro rebosado de orgullo. La niña de doce años acaba de pasar al primer curso del bachillerato, con notas sobresalientes. Es una de las pocas estudiantes que asiste puntualmente a las clases de teatro de la Escuela de Bellas Artes de San Francisco de Macorís. Cuenta que su profesor le ha manifestado que nunca antes había visto a una niña con tanto talento, con tanta creatividad y facilidades expresivas. Y es que, efectivamente, María Celeste se las trae. En la sala de su humilde hogar cuelga una medalla que ganó por representar ante todos sus compañeros de clase un monólogo para el que “ella solita” trabajó el texto, preparó el vestuario, el maquillaje y los movimientos escénicos. En la misma sala, la “muchachita” que habla como “una gente grande” aclara que, aunque el teatro le gusta mucho, ya tiene decidido estudiar arquitectura cuando entre a la universidad. Por eso se pasa horas dibujando castillos, flores y “gente de la que sonríe”. Ni la televisión la distrae de sus “ejercicios profesionales”. Aprovecha cualquier pedazo de papel para plasmar sus ideas artísticas. La historia de María Celeste, sin embargo, es la historia de una flor nacida en tierra árida, muy árida. La pequeña y su familia viven en uno de los sectores más pobres de San Francisco de Macorís: Pueblo Nuevo. En este barrio los niños tienen por parque recreativo a las calles sin asfaltar. Aquí las computadoras y los libros infantiles se ven muy bonitos, pero desde la caja del televisor. Charo Holguín todavía anda buscando un colegio barato para inscribir a su hija en el próximo año escolar, porque no la quiere poner en el liceo de la comunidad, donde es común el consumo de drogas y el embarazo en adolescentes. El curso de inglés que tanto ha solicitado María Celeste no podrá ser, al menos en este cuatrimestre. El presupuesto de la casa no alcanza para más gastos. Los pasajes que gasta cada vez que asiste a los ensayos de teatro ya son una carga pesada para la bolsa familiar. Limitaciones como éstas son las que le duelen a Charo: ve cómo su hija, que es obediente, buena estudiante y talentosa en las artes, no puede desarrollar del todo sus aptitudes porque por estos lados el pan de la buena educación es un lujo al que pocos pueden acceder. Pero, aunque lo del inglés se pospuso hasta nuevo aviso, la niña aprovecha sus vacaciones para dedicarse a su otro pasatiempo: leer y releer los periódicos que su padrastro lleva a casa todas las semanas y una colección de cuentos infantiles que le regalaron “hace mucho”. “Nunca me canso de leer este librote, es mi preferido” dice, mientras muestra el enorme tomo que guarda los cuentos de la Caperucita Roja y La Cenicienta. La delincuencia, las carencias del sistema educativo, la mala nutrición de la población dominicana y la violación a los derechos infantiles, son temas que la pequeña francomacorisana aún desconoce. Como la niña que es, vive despreocupada y feliz en el pequeño mundo que su madre ha podido crear para ella, “la geniecito de la familia”. Eres una niña especial. ¿cómo te relacionas con los demás niños de tu edad?Me considero tranquila. Me comporto igual con todo el mundo. Cuando puedo jugar juego, pero cuando tengo que cumplir con mis tareas, las hago. Siempre hay tiempo para todo. ¿Por qué quieres ser arquitecta?Porque me encanta crear cosas y dibujar. Algún día construiré un campamento para niños abandonados para que estudien y jueguen todos los días, un campamento donde a los niños nunca les falte nada. Los padres de por aquí se preocupan muy poco por desarrollar los talentos de sus hijos. ¿Un regalo que le harías a todos tus amiguitos y amiguitas del barrio?Si pudiera, le pagaría a todos los niños los estudios que ellos quieran, porque uno tiene que estudiar lo que a uno le guste. Esa es una de las cosas que le agradezco a mi madre. Ella siempre me apoya en las cosas que hago. ¿Qué cosas quisieras para ti?A mi me encanta el idioma francés y el italiano. Quisiera poder estudiarlos, pero por ahora me conformo con lo que mi madre puede darme.

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