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LECTURAS DE DOMINGO

San Francisco vive entre contrastes

SANTO DOMINGO.- ¿Qué puede hacer que un joven de 20 años no abandone nunca el barrio? ¿Es acaso el temor? ¿Es tal vez la soledad de la marginación? En el caso de Roberto, su aislamiento de todo lo lindo, rico y productivo de su provincia se deriva de su involucramiento con un “negocio” que reduce de plano su expectativa de vida. Roberto vende drogas, huye de la policía porque, según dice, él no paga los “peajes” que ellos supuestamente reclaman. Representantes de la dotación policial de la zona dicen que los medios de comunicación exageran, que la situación no es tan grave como la pintan. Pero el mayor de la Dirección Nacional de Control de Drogas, Oscar Tejeda, se confiesa soprendido de la cantidad de puntos de droga que ha llegado a cerrar en una sola semana o de las personas que somete en siete días. La comunidad se debate entre los extremos de unas posibilidades económicas que no alcanzan a todos, y una marginalidad que ahoga, que hace que muchos y muchas sientan que no hay salida. El sociólogo Ramón Tejada Holguín no lo ve como un fenómeno aislado, sino como un mal general. Entre la prosperidad y la miseriaHace tiempo que Roberto no contempla los extensos y mansos arrozales que dan la bienvenida a quienes visitan San Francisco de Macorís. Pocas veces sale de su barrio porque su “negocio” necesita de mucha atención y cuidado. El joven de 20 años maneja un punto de droga en el barrio Santa Luisa. Esa dispuesto a vender a “cualquier persona que tenga cuartos y no sea chivato”. Vende cocaína (perico), piedras de crack y marihuana. Lo más caro es el “perico” y lo menos la marihuana. Roberto sabe que esa “mercancía” es un mal social que afecta la salud de las personas, pero no piensa mucho en ese asunto. Lo que sí le preocupa es la presencia constante de la Policía en su zona de trabajo. Le molesta que los agentes ataquen a los pequeños vendedores que se niegan a pagarles cuotas, mientras los “grandes narcos de Macorís”, dice, viven como príncipes. Roberto es parte de la denominada delincuencia juvenil que, desde hace años, mantiene atemorizada a la población francomacorisana y empaña el nombre de la histórica y productiva provincia Duarte. Roberto de seguro desconoce que la tierra en la que creció produce el 24 por ciento del arroz que se cultiva en el país, un promedio de 10 millones de quintales por año. O no sabe que la provincia Duarte aporta 23 toneladas métricas de cacao, de las 45 que exporta la nación hacia Europa y Asia. Ni que en los suelos fértiles de la provincia se desarrolla una intensa producción ganadera y se cultiva con éxito yautía, batata, plátano, vegetales y otros rubros agrícolas importantes. O que estos datos, ofrecidos por la Secretaría de Agricultura, tienen una tendencia al aumento, según el director de la Cámara de Comercio de la provincia Duarte, Danilo Álvarez. Sin embargo, hay que señalar que los beneficios económicos de la bonanza agropecuaria que se registran en las oficinas de la Cámara de Comercio parecen no llegar a los barrios periféricos de esa ciudad de contrastes. Estos sectores construidos sobre terrenos invadidos dejan ver altos niveles de pobreza y desempleo en las familias que lo habitan. “En esos barrios (Santa Luisa, 24 de Abril y Hermanas Mirabal) es donde han ocurrido los recientes brotes de delincuencia. Están construidos sin ningún tipo de planificación urbana, lo que dificulta los operativos especiales que tenemos programados”, explica el relacionador público de la Dirección Regional Noreste de la Policía, coronel Juan Luis Sierra Difó. El oficial asegura que los medios de comunicación han magnificado la situación de la ciudad y sostiene bajado los niveles delincuenciales hasta la mínima expresión. Contrario a la opinión de Sierra Difó, varias personas entrevistadas por Lecturas de Domingo denuncian que, después de las seis de la tarde, la inseguridad impera en San Francisco y muchos negocios prefieren cerrar sus puertas más temprano para no correr riesgos. Rosanna Fabián, presentadora del programa televisivo “Entre amigas”, que se transmite por un canal local, dice: “Todo el mundo está sometido a un miedo. Mucha gente dice que la Policía está asociada con los delincuentes porque los atracos se hacen con armas largas, y aquí los únicos que tienen ese tipo de armas son los policías. La gente no les tiene confianza”. Fabián no es la única que sospecha de algún tipo de contubernio entre los malhechores y los agentes del orden. Hace algunos meses, la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) tuvo que mover su cuartel del edificio de la Policía por supuestas filtraciones de información. El mayor Oscar Tejada, encargado de la DNCD en la zona nordeste, lleva pocos meses en el cargo, por lo que se niega a opinar sobre esta supuesta relación. Pero en cuanto a la confianza de los ciudadanos en las autoridades, afirma que no es que no exista, sino que, de todos los lugares donde ha trabajado, esta ciudad es la que más consume droga. Dice que aquí hasta la gente mayor usa drogas, o vive de las dádivas que los vendedores les otorgan. “Por eso se prefiere acusar a una autoridad a denunciar a quien le da el pan”, dice Tejada. Sostiene que sólo en la tercera semana de su gestión, la DNCD desmanteló 32 puntos de drogas y envió a la justicia a 31 personas. Tejada se preocupa porque estas cifras son muy altas para estar hablando de una sola semana. El caso es complicado. La Policía dice que en San Francisco no existen los niveles de delincuencia que la sociedad civil denuncia; la DNCD reparte la culpa entre los ciudadanos y decenas de paredes de los barrios muestran retratos pintados de los “patriotas que han fallecido en manos criminales” o en “intercambios de disparos”. En uno de estos cuadros aparece el rostro de Leny Oscar Reinoso, un joven comerciante que fue asesinado por unos atracadores en junio pasado. Debajo del cuadro de Leny, los amigos y familiares no dejan de poner flores en memoria de un “hombre de trabajo” que sufrió por la delincuencia que sí existe para su esposa, Luly De león, aunque para el departamento de Relaciones Públicas de la Policía local sea una simple especulación de los medios. El sociólogo Ramón Tejada Holguín explica que el caso de la provincia Duarte no debe analizarse de manera particular, por ser una realidad nacional y regional. “El desarrollo económico dominicano descansa sobre la desigualdad. Estas no son características exclusivas de San Francisco, sino de la nación e incluso de América Latina, que actualmente es la región más desigual del planeta”, analiza. El sociólogo explica que el sentimiento de indefensión es generalizado en las ciudades dominicanas. “Santiago, el Distrito y la Provincia Santo Domingo muestran cuadros iguales”, dice. Y agrega: “En el caso macorisano, no sorprende el temor policial, ya que las dotaciones policiales de la ciudad se han caracterizado por su violencia a la hora de reprimir las protestas y a los grupos de izquierda, y en contubernio con parte de la delincuencia relacionada al narcotráfico. Recordemos el fenómeno de Los Cirujanos, que intentaron combatir la delincuencia común con sangre y fuego. Segaron la vida o dejaron lisiadas a personas inocentes”, sostiene. Las explicaciones de Tejada Holguín se asemejan a las que hacen los activistas sociales de la ciudad, que exigen mejores condiciones de vida para los francomacorisanos, una revisión a las filas policiales y la creación de espacios para la formación y recreación de la juventud. La diferencia radica en que aquí la gente prefiere las huelgas tradicionales para hacer sus reclamos al Estado. Las protestas y las grandes movilizaciones sociales caracterizan a las fuerzas comunitarias y de izquierda de San Francisco. Incluso, el Frente Ámplio de Lucha Popular (Falpo) tiene la “ciudad rebelde” como uno de sus bastiones más importantes. Durante los 12 años de Balaguer, este pueblo se opuso con tanta fuerza a las políticas presidenciales, que todavía se dice que los estadounidenses y el balaguerato introdujeron la droga en la provincia como parte de una estrategia de contrainsurgencia, para reducir los niveles de protesta y rebeldía, recuerda Tejada Holguín. Entre los aspectos positivos que el Informe de Desarrollo Humano 2008 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) observa en las provincias Duarte y Santiago, sobresale la capacidad organizativa y de movilización que estos pueblos han desarrollado a través de los reclamos populares, condición indispensable para que el empoderamiento individual y colectivo de una sociedad se haga realidad. Mientras dichas exigencias son respondidas, si llegan a serlo, en el barrio Santa Luisa, Roberto dice que no dejará la venta de “perico” y las demás sustancias ilegales porque no hay “otra cosa que hacer”. Tiene que mantener a una niña pequeña. Se ha cansado de regar currículos, pero nunca lo llaman de ninguna empresa, dice. Recuerda que cuando trabajaba como panadero, hace dos años, se sentía bien, no ganaba mucho dinero pero no andaba con miedo por las calles. Ahora tiene que estar atento a todo para conservar su vida y un “negocio” en el que es colega de cientos de jóvenes de los barrios marginales de San Francisco de Macorís.

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